Camino hacia el abismo

Capítulo 8

El laboratorio

Amanda había terminado sus estudios de licenciada en biología y al poco tiempo de haberse recibido, comenzó a dictar clases en la escuela secundaria del pueblo. Era una profesora brillante pero mediocre al mismo tiempo, tenía el poder del conocimiento, pero carecía del don de transmitirles a sus alumnos aquello que sabía. Se sentía frustrada por ello.
Víctor Slovsky había conseguido por su propia cuenta un depósito abandonado en las afueras del pueblo que en su momento sirvió de almacén de frutas y verduras. En el subsuelo, propiamente dicho estaba el depósito del almacén. Era un ambiente lúgubre, pero que reunía las condiciones necesarias para los propósitos perseguidos, era el lugar perfecto.
El problema residía en que si los vecinos –que no eran muchos-, si observaban movimientos en aquel lugar, sospecharían que se estén apropiando extraños del depósito y sin lugar a dudas eso levantaría sospechas que darían problemas a corto plazo. Slovsky que poseía una pensión de la antigua Unión Soviética, ahorraba meticulosamente cada mes el dinero que recibía de la Perestroika y vivía –solo-, con el sueldo que tenía como profesor en la universidad. Por lo tanto en un acuerdo mutuo, Slovsky le ofreció a Amanda que ese dinero serviría para poner en funcionamiento una tienda de repuestos para automóviles, y que el resto, más lo que pudiese juntar Amanda, sería destinado a comprar los elementos necesarios para montar el laboratorio. Amanda estuvo de acuerdo en ello. Así, con unos treinta mil dólares, pudieron montar el negocio de autopartes, y con otros treintamil dólares más compraron los insumos necesarios y los equipos para comenzar a sintetizar una primera tanda de barbitúricos. Tenían que conseguir que el producto sea al menos igual que el Seconal.
Slovsky era brillante, y por lo tanto tuvo que hacer una pequeña modificación en la estructura molecular de la fórmula, los insumos no eran fáciles de conseguir, la mayoría eran importados, por lo tanto no se producían en el país, pero todo estaba en ese momento sobre papeles, no habían empezado a sintetizar el barbitúrico.
-Tendremos que modificar la fórmula ya que una de las aminas que posee la estructura molecular de la droga es imposible conseguirla en el país, paso a explicarle:
La glutamina (abreviada Gln o Q, y con frecuencia nombrada como L-glutamina) es uno de los 20 aminoácidos que intervienen en la composición de las proteínas y que tienen codones referentes en el código genético; es una cadena lateral de una amida del ácido glutámico, formada mediante el reemplazo del hidroxilo del ácido glutámico con un grupo funcional amina. Está codificada en el ARN mensajero como 'CAA' o 'CAG'. Se trata de un aminoácido no esencial, lo que significa que el organismo puede sintetizarlo a partir de grupos amino presentes en los alimentos. Se trata del aminoácido más abundante en los músculos humanos (llegando a casi el 60% de los aminoácidos presentes) y está muy relacionado con el metabolismo que se realiza en el cerebro. Sin embargo en ciertas circunstancias resulta necesaria su ingestión en la dieta mediante suplementación ya que evita la disminución del músculo debido a estrés oxidativo
-Para ello deberemos modificar levemente esta amina retocando la composición molecular del amoníaco.
-Mientras la calidad de la droga sea aceptablemente parecida a la del Seconal, no veo que haya inconvenientes, usted es el especialista.
-Entonces. ¿Qué cantidad de droga consumen sus adictos, es decir a los que usted regularmente les provee la droga?.
-Entre cuatro y seis miligramos diarios.
-Es bastante.
-Usted bien sabe que los barbitúricos al igual que cualquier droga produce un efecto de dependencia psicológica y física, y que no se puede retirar el medicamento de manera abrupta, eso generaría inconvenientes indeseables tanto para el negocio como para ambos.
-¿Cuántas pastillas son las que habitualmente usted distribuye por semana?. Acuérdese que el efecto placebo es un punto a favor nuestro.
-Alrededor de quinientas, y para ello debo mover ciertos contactos que se están incomodando y poniéndose nerviosos por la demanda.
-A partir de ahora eso quedará en el pasado
-Confío plenamente en usted. Yo soy la bióloga, la que distribuyo la mercancía, usted es el que la producirá, y necesito como ya le he dicho que sea aceptablemente similar a la conocida.
-Será aun mejor
-¡Que así sea entonces!.
Al cabo de una semana, el negocio de repuestos estaba funcionando, había dos empleados que conocían el manejo del negocio, es decir para que quede claro, que aquel depósito de repuestos era la pantalla para encubrir un negocio aun mayor y mucho más peligroso. Claro que al principio, hasta que se estabilizaren las cuentas en el haber, el pago del silencio de aquellos dos empleados era producto de las ventas que se producían en el negocio de repuestos, ni Amanda ni Slovsky pedían un centavo de aquella recaudación a cambio del silencio absoluto de los dos empleados.
Había Slovsky seleccionado meticulosamente a estos dos individuos, y había tenido una reunión con ellos y con Amanda, que se había previsto en el café Suecia, donde todo había comenzado meses atrás
-Está más que claro que el negocio que ustedes dos llevarán adelante, que administrarán y que redituarán, será la pantalla para que la señorita y yo podamos llevar adelante algo aun mayor, no importa que, aquí las preguntas están de más cuando son formuladas por ustedes. Lo único que tienen que hacer es atender el negocio y hacer que sea rentable para su propio beneficio, lo que suceda debajo, en el sótano, no les compete en absoluto, es algo que tanto la señorita como yo sabemos y conocemos, ustedes no forman parte de ello. Si por algún motivo alguno de ustedes decide dejar el negocio de la venta de autopartes, será un problema difícil de solucionar, por lo tanto tendremos que tomar –tendré-, medidas acordes a las circunstancias.
-Y cuáles serían las medidas (preguntó uno).
-Las medidas serían que tendría que eliminar al que desee marcharse. No es una amenaza, por favor, no lo tomen de esa manera, sólo quiero decir que este es el momento de decir si o no, de decir si quieren administrar el negocio sin hacer preguntas, porque las preguntas en este negocio,  -en el nuestro-, para que quede claro, en el mío y el de la señorita no suelen ser apropiadas.
Ambos hombres se miraron, y al cabo de unos segundos de silencio asintieron con la cabeza. Por el momento Slovsky y Amanda sabían que podían contar con aquellos dos.
Al cabo de un mes, el laboratorio estaba casi listo para empezar a funcionar, el equipo necesario había sido conseguido con los fondos que Slovsky poseía y Amanda había invertido algunos de sus ahorros. El problema residía en que uno de los empleados que llevaban adelante el negocio de repuestos –y esto Slovsky no lo sabía, cosa impensada para alguien tan calculador y frío como este personaje siniestro-, era adicto a la cocaína
Un día sábado, se reunió con dos de sus amigos de consumo en su casa luego del trabajo y no tuvo la mejor –o peor- idea de comentarles que el negocio en el que trabajaba se había montado una pantalla para algo más grande que él desconocía.
-No sé que se traman esa mujer y el tipo, pero estoy seguro que el negocio que tienen entre manos es más grande de lo que podemos imaginar (dijo el imbécil).
-¿Es decir que estamos hablando de mucho dinero?, (dijo uno de los amigos), ya casi drogado por completo.
-Seee, mucho dinero. Les propongo un trato. El lunes estos dos, la mujer y el tipo llegan temprano al negocio, en la parte trasera hay una puerta que conduce al subsuelo que es donde traman sus cosas. El problema está en que esa puerta tiene un acceso con un código, que sólo ellos conocen.
La idea seria que uno de ustedes dos se acerquen a ellos lo más que se  pueda sin ser visto y que detrás de las cajas de repuestos que se encuentran apiladas frente a la puerta, con un celular pueda filmar con zoom cuál es la combinación de los dígitos para poder saber qué es lo que se traen entre manos.
-¡Es arriesgado viejo! (dijo uno de los dos, el que llevaba visera).
-Nadie se dará cuenta si llegamos más temprano y uno de ustedes se esconde detrás de las cajas y filma sin hacer ruido.
-y…¿Qué ganaríamos con eso?.
-Hermano. Creo que ganaríamos más de lo que vos ganas en un año, te puedo asegurar que mi intuición no me falla, hace un mes que se descargan equipos sofisticados, con tubos, barriles y qué se yo cuantas cosas más, no soy un experto, apenas llegué a cuarto año de la secundaria amigo; aparte al que se arriesgue, por intermedio de unos contactos puedo conseguirle por un par de semanas cocaína gratis, ¡qué tal!.
-OK (dijo el de la visera), yo estaré allí para filmar la combinación de la puerta, luego veremos qué pasa, si es una estupidez estoy fuera; Yo también (dijo el otro).
-No se preocupen, esto es grande.
El lunes, siete cuarenta y cinco de la mañana los dos estaban entrando por la puerta principal del negocio. Brían el empleado, y el de visera. Máximo el ayudante del negocio llegaría veinte minutos más tarde que ellos, sin saber lo que su amigo y el otro tramaban llevar a cabo.
Por lo general Amanda y Slovsky llegaban para revisar y poner en marcha los equipos a las nueve de la mañana, una vez que todo estuviese en régimen, Slovsky quedaría a cargo del laboratorio y Amanda podría libremente dedicarse a la distribución, al menos cuando todo esté listo para sintetizar la droga.
-Ahora deberás quedarte acá en silencio, detrás de las cajas, a las nueve llegan nuestros invitados, recordá hacer zoom del tablero para sacar la combinación y por supuesto, que no te escuchen.
-Ok, esperaré acá, atrás de las cajas no podrán verme (dijo el de visera).
-En esto me estoy jugando el trabajo hermano y no sé si algo más, por favor, que no te descubran es lo único que quiero.
-Relajate amigo, todo va a estar bien, no me van a ver. (Chocaron los puños cerrados y se separaron).
Máximo llegó puntual a las ocho de la mañana y junto con Brían abrieron el negocio.
-Voy a preparar café, antes de que nos empiecen a llover los clientes, ja,ja,ja,ja.
-Ok, yo voy a preparar el efectivo para la caja.
-¿Algún problema?.
-¡No por qué preguntás!, qué pasa.
-Te noto un poco nervioso.
-No, lo que pasa es que ayer no pude dormir bien, la vecina de arriba estuvo moviendo los muebles casi toda la noche. Tiene demencia senil, no sé cómo la dejan sola, es un desastre.
-Ok, preparo el café.
-Está bien, yo empiezo con la caja.
El de visera podía oír las conversaciones a lo lejos, estaba sentado en el piso y la vejiga le explotaba, la noche anterior había consumido, y agregado a eso el cóctel que armó con un par de cervezas fue detonante.
Los otros dos se sentaron a la espera de algún cliente mientras tomaban las tazas de café que Máximo había preparado. Faltaba poco para que Amanda y Slovsky lleguen metódicamente a las nueve, era cuestión de minutos y Brían se preguntaba si su compinche de consumo estaba bien.
-Voy a ver un par de cajas porque ayer pedí unos repuestos y quiero ver si son realmente los que necesitamos.
-Ok, pero tranquilo hermano, estás pálido.
-Es por el cansancio, no pasa nada, quedate tranquilo.
-Bueno, si vos decís…no hay de qué preocuparse.
Brían fue al fondo y vió si su amigo estaba bien; Cuando el otro le dijo que le estaba por explotar la vejiga, Brían se horrorizó.
-Una vez que tengas el video, salís por esa puerta, la dejé abierta, nadie lo va a notar. Y te vas a mear los litros de birra que te tomaste, ¡no me falles amigo ahora!.
-No doy más, ¡quiero mear!.
-Dios….(hizo un ademán y una mueca de odio se le notó en la cara). Anda allá atrás, rápido, ya deben estar por llegar.
En ese preciso instante se oyó la puerta de entrada del negocio. Amanda y Slovsky habían llegado quince minutos antes de lo habitual.
-No,no,no,noooo! (se puso muy nervioso). ¡Dale apurate, están por entrar!.
En ese preciso instante Amanda y Slovsky entraron por la puerta del depósito y se dirigieron a Brían, sorprendidos le preguntaron si todo estaba en orden. El otro todavía pálido respondió que estaba revisando una mercadería que había encargado para ver si coincidía con el pedido.
Slovsky vio que Brían estaba nervioso, y que al mismo tiempo estaba pálido.
-¿Te pasa algo Brían?, (lo miró fijamente a los ojos con desconfianza).
-No, no, Sr. Slovsky es que anoche no pude dormir bien, la vecina de arriba estuvo toda la noche despierta moviendo de un lado para el otro muebles.
-Pues tendrás que solucionar eso si querés trabajar al cien por ciento. ¿No estarás consumiendo no?.
-Ja,ja,ja (sonrisa nerviosa), no, no, no. Hace tres semanas que estoy sin probar un gramo de cocaína, desde que empezamos el negocio.
-No quiero drogadictos al frente de un negocio, y mucho menos si ese negocio va a ser lo que te reditúe dinero. ¿Queda claro?. (Preguntó firmemente).
-Si por supuesto Sr. Slovsky.
El de visera no sabía que hacer, no había podido descargar la vejiga y estaba muy lejos para poder filmar la clave que marcaría Amanda en la cerradura digital de la puerta del laboratorio.
Slovsky que tenía un sexto sentido, intuyó que algo andaba mal, y si alguno de los dos estúpidos que trabajaban en el depósito había dado un paso en falso le costaría la vida.
Entraron al laboratorio.
-Creo que tenemos un problema.
-¿Por qué lo decís?.(Preguntó Amanda sorprendida).
-Este idiota estaba nervioso, algo anda mal. Por favor hacete cargo por una hora del instrumental, probémoslo por ultima vez para que todo esté como debe estar, la semana que viene, empezaremos a sintetizar, y se me ocurrió algo viniendo de camino hacia acá que voy a contarte luego, pero primero la seguridad. Cuando hayas terminado, nos veremos, yo te llamo.
-¿Qué vas a hacer?
-Lo necesario para que todo siga en pie, tal vez mucho, tal vez nada, todo es relativo, nada es absoluto.
-Linda frase.
El estúpido de visera seguía adentro del galpón, cuando de pronto Slovsky salió del laboratorio. Máximo y Brían estaban atendiendo el negocio. –Vuelvo en un rato (dijo Slovsky a los dos). –No hay problema. –Amanda queda a cargo, por favor, no la molesten. –No por supuesto.
Slovsky salió del negocio, tenía su auto estacionado en el frente. Arrancó dio marcha atrás y se fue por la calle principal, la que da al frente del negocio. Brían sintió un gran alivio al saber que Slovsky se había marchado.
-Terminaré de inventariar dos cajas que me quedaron en el fondo le dijo a Máximo,
-Ok.
Llegó hasta donde estaba el estúpido de visera que estaba a punto de hacerse en los pantalones.
-Andate rápido, Slovsky se fue.
-Gracias a Dios, no doy más.
-¡Ya! (mostró la puerta de salida del costado  y volvió al frente del negocio, mientras se iba le decía al otro), una oportunidad más, después de eso, cuando esto esté en marcha, todo será más peligroso.
El estúpido de visera salió por la puerta del costado que da a una de las calles laterales que conecta con la avenida del fondo del galpón.
Slovsky estaba en su auto observando precisamente esa puerta. Intuía que por ahí saldría alguien, algún personaje interesante que no pertenecía al negocio y del cual se había dado cuenta de su existencia ni bien entró al galpón.
El estúpido se bajó la visera hasta los ojos y salió con las manos en los bolsillos caminando a paso rápido, ya sea porque se orinaba encima, ya sea porque quería desaparecer de aquel lugar rápidamente.
Al verlo salir, Slovsky lo siguió con el auto, el otro de a pie caminaba como relámpago. Dobló en la cuadra siguiente, siempre con las manos en los bolsillos, de pronto Slovsky aceleró, se acercó al cordón de la vereda y llamó su atención.
-Amigo, ¿podrías decirme cómo hago para retomar la autopista que lleva al pueblo?.
-Tome por aquella calle (había dicho desde la vereda), luego doble hacia la derecha.
-Por favor acérquese para explicarme bien, no soy de aquí.
Cuando el otro con la vejiga que le explotaba se acercó al auto, Slovsky lo encañonó con su Glock 42, justo al medio del pecho. El otro se paralizó.
-Entrá al auto amigo, daremos un paseo, sin preguntas por ahora.
Slovsky que veía como el estúpido daba vuelta hacia el lado del acompañante, seguía los movimientos desde dentro del auto con el cañón del arma apuntándole en todo momento, no tendría escrúpulos en estallar el vidrio del parabrisas si aquel quisiese escapar. Lo haría sin pensar. Cuando el de visera subió al auto, rogó, imploró que nada tenía que ver con la filmación. Solo se implicó en algo que Slovsky intuía pero que no sabía con certeza.
-Eso lo veremos pronto.
El culatazo que le puso en el parietal izquierdo fue tan violento que no obstante produjo un corte que sangraba sobre el hombro del estúpido por haber quedado inconsciente de manera casi inmediata, se orinó en los pantalones y en el tapizado del auto de Slovsky. En ese momento quiso matarlo, puso el cañón de la Glock en la cien de aquel pobre infeliz y faltó un cuarto de kilo en la cola del disparador para terminar con la vida del aquel idiota. Pero declinó, había que sacarle información, y de la peor manera posible.
Tomó por la autopista y se dirigió al bosque que está camino a la ciudad, de pronto un camino se abría hacia la mano derecha, era de tierra y estaba cubierto por una arboleda que de noche no dejaba pasar la luz de la luna, y de día el sol apenas intercalaba por entre medio de las ramas algunos rayos como agujas de acupuntura que se clavan en la piel.
Al cabo de conducir unos cinco minutos, el camino desembocó en una cabaña que parecía abandonada. Era el lugar donde slovsky tenía un arsenal de armas y donde de vez en cuando dedicaba un tiempo considerable a cazar.
De una trompada en la mandíbula del idiota, hizo que se despertase de golpe, e inmediatamente el cañón del arma estaba apuntándole en el medio de la entreceja.
-¡Por favor, no me haga daño! (imploró casi en vano).
-El sólo hecho de que te hayas orinado en el tapizado, es motivo para que te hubiese matado, pero como no quiero hacerlo, porque sé que nada tenés que ver en todo esto te dejé vivir, no pasa nada hermano, bajá.
-Me duele mucho la cabeza.
-El culatazo, no podía dejar que vieses donde íbamos a llegar, si después tengo que dejarte ir.
-¿Y su cara?.
-¿Qué hay con mi cara?.
-La he visto.
-Eso no es problema hermano, no me conocés.
-Prométame que no voy a morir, tengo un hijo.
-Ahhh, los hijos, yo también tuve dos, y una esposa, los echo de menos. (dijo mirando con los ojos perdidos)
-Entonces por favor, ¡no me mate!.
-Bajá amigo, no va a pasar nada, sólo quiero preguntarte qué es lo que hacías en el depósito.
-Se lo diré ya mismo, fue…
-Hermano, pongamos esto en claro, las cosas no son fáciles, obviamente que volverás caminando, porque no te llevaré al pueblo, solamente te dejaré en la carretera principal, con los ojos vendados, pero necesito que bajes para preguntarte un par de cosas. Pongámoslo de esta manera, podés bajar solo o podés bajar con la rótula pulverizada por un tiro, y no quiero agujerear el piso del auto, ya bastante tengo con la meada que le mandaste al tapizado.
Sin opción el de la visera bajó y detrás de él encañonándolo entró Slovsky. Abrieron la puerta, y una de las ventanas. La cabaña era lúgubre, por dentro estaba bien amoblada, con una chimenea para los días de invierno, un juego de sofá y una mesa de estilo victoriano. Alfombras en el piso y algún que otro trofeo de caza colgado en la pared. Slovsky hizo que su acompañante se sentase en una de las sillas.
-Tendrás que disculparme pero por una cuestión de seguridad y porque aparte estoy cansado de tener el arma en la mano, tendré que atarte, momentáneamente, pero atarte al fin. No me queda otra opción, si respondés sinceramente a las preguntas que te voy a hacer, allí está la puerta, y como lo prometí, con los ojos vendados te dejaré en la carretera principal.
-No le creo.
-Bueno, eso es algo que me excede, pongámosle a esta charla un dejo de confianza mutua. Mientras tanto para que te relajes un poco te traeré algo para tomar que estoy seguro que te gustará.
Slovsky, una vez atado a la silla el de la visera tanto por las manos como por los pies, dejó su Glock sobre la mesa y se dirigió a un cuarto contiguo a la sala de estar. Fue directamente a un armario donde había muchos frascos, de un cajón debajo del modular sacó una hipodérmica, parecida a las que usan los adictos para inyectarse heroína, pinchó la ampolla de Zopiclona[1], una benzodiazepina conocida en el tratamiento del sueño, como somnífero o para interrogaciones suprimiendo el dolor.
Slovsky volvió con cuatro miligramos de la droga en la jeringa, en cuanto el de la visera lo vio venir con la jeringa en la mano derecha, empezó a convulsionarse, a pesar de que era adicto, sabía o intuía que lo que vendría a continuación no era nada bueno.
-Por favor amigo, ¡ya le he dicho que no tengo nada que ver con ese negocio, solamente quería llevarme un par de repuestos para venderlos y comprar algo de cocaína!.
-Por favor hermano, dejá de llorar, un tipo duro como vos, que está acostumbrado a drogas duras, esto va a ser como entrar en el paraíso. (Esbozó una risa sarcástica que retumbó en el living).
-¡Por favor!
-Bueno me cansé de estupideces.
Inyectó al idiota en la pierna derecha. Luego de unos minutos empezará a hacer efecto   –dijo-, no te preocupes que no te dormirás, solamente te mantendrá despierto y con un poco menos de digamos…¿dolor?, no sé si es la palabra exacta, pero es la primera que se me viene a la mente; mientras tanto encenderé un cigarrillo.
El otro estaba aterrado y sus pantalones largaban un olor a orín que prácticamente se hacía insoportable.
-Ya no soporto ese olor, deberemos hacer algo al respecto, ¿qué te parece?.
La droga comenzaba a hacer efecto, el otro le decía que se quería ir. Al fin slovsky tomó su Glock de la mesa y apuntó el cañón a la rodilla izquierda.
-Ahora bien, ¿qué hacías en el depósito?.
-Le dije que quería robar unas piezas para comprar droga.
-¡Ultima oportunidad!
-¡Por favor! (casi entre lágrimas), quiero irme.
La detonación de la nueve milímetros hizo espantar unos pájaros que merodeaban la cabaña. Pulverizó por completo la rótula izquierda del pobre infeliz, como estaba drogado, es decir con un calmante, el dolor no había desaparecido por completo, pero estaba allí, eso le permitía trabajar a Slovsky con menos ruido por parte de la victima y alargar el sufrimiento.
-Entonces, una vez más, ¿qué hacías en el depósito?.
-Droga, sólo quería comprar droga, por favor, por favor, ¡piedad!, (entre sollozos hablaba el idiota).
-Te creo, te creo. Pero necesito algo más.
La segunda detonación destruyó por completo la rodilla derecha. El de la visera se retorció en la silla y empezó a convulsionar. Era tanto el movimiento que se cayó hacia el costado derecho con silla y todo. Slovsky tuvo que levantarlo para ubicarlo nuevamente en su lugar. Por las dudas, un tercer proyectil impactó en su mano izquierda y destruyó el dedo índice y el anular, prácticamente desaparecieron a la altura de la segunda falange.
-¡Dioooosss!. Esta bien, está bien, por favor, basta, basta por favor. (Ya lloraba en serio y profusamente). ¡Se lo diré!.
-Soy todo oídos.
-Hace una semana Brían me pidió que filmara la combinación de la puerta de entrada al sótano, con mi celular, porque él cree que debajo del negocio se traman usted y esa mujer algún embrollo grande y él quiere saber de qué se trata. Le juro por mi hijo que eso era lo que hoy iba a hacer, filmar la combinación de la puerta, pero ustedes llegaron antes y no pude hacerlo, se lo juro señor, eso era lo que tenía que hacer.
-Y…¿luego de eso, qué pensaba hacer Brían?
-No lo sé, entrar al sótano para ver qué era lo que estaban haciendo usted y la mujer, le juro que es todo lo que sé, no me dijo más nada, solamente me prometió que si lograba filmar la combinación me iba a conseguir droga gratis por una semana o tal vez dos, nada mas. Señor se lo juro, no sé otra cosa.
-Te creo, te creo. Claro que te creo. El problema es que ahora con tus dos rodillas destruidas no vas a poder caminar, te tendré que llevar al hospital.
-Por favor señor, por favor, se lo suplico, me duele, por favor lléveme a un hospital, le juro que no diré nada. Es todo lo que sé por favor, ¡por favor! (llorando profusamente)
-Ok te voy a desatar.
Slovsky con cuidado sacó una navaja de su bolsillo izquierdo y cortó la cinta, a propósito también hizo un tajo profundo en la muñeca derecha del infeliz que largo un grito sordo. Perdón, perdón, se deslizó la navaja (dijo). Cuando hubo de desatarlo lo agarró de uno de los brazos y con el arma en la cintura comenzaron a caminar hacia la puerta de la cabaña, el otro como podía se apoyaba en los hombros de Slovsky, estaba perdiendo mucha sangre; Slovsky abrió la puerta y encaró como si lo fuese a subir al auto, en cambio a pocos metros se desvió hacia el costado izquierdo y lo sentó en un tronco cortado de un pino viejo.
-Esperá aquí, voy a buscar una sábana vieja para ponerle al tapizado. ¡No quiero que me sigas manchando mi auto, por Dios!.
-Por favor apúrese, me duele mucho.
-Ok.
Slovsky fue al interior de la cabaña y buscó una sabana, envolvió al pobre infeliz de la cintura para abajo como si ridículamente se tratase de un canelón. El otro agradeció pero pidió desesperadamente que se apure. Slovsky lo cargó en el hombro y comenzó a caminar en sentido contrario al auto. El estúpido se movía y preguntaba dónde iban, imploraba, y lloraba al mismo tiempo que temblaba, tal vez se había vuelto a orinar encima. En la parte trasera de la cabaña había un aljibe. Slovsky se detuvo en la boca de éste que tenía unos seis metros de profundidad y se despidió: Adiós amigo, hasta aquí llegó tu camino, a partir de ahora eres libre.
-Dios apiádate de mí (dijo el estúpido)
Slovsky lo tiró como quien tira una bolsa de piedras hacia el fondo. Se escuchó agua y un grito leve, había dolor pero no tanto. ¡Moriré aquí!, alcanzó a decir el idiota, pero en ese preciso instante Slovsky apuntó el cañón de su Glock hacia el fondo del aljibe. Nueve proyectiles descendieron furiosamente, tal vez la mitad dio en el blanco, porque se escuchó un aullido de dolor. Luego de eso el silencio volvió a apoderarse de aquel lugar. Una filmación –que no había podido llevar a cabo- le había costado la vida al idiota de la visera. Slovsky se marchó, tenía otro inconveniente que resolver, y se llamaba Brían



[1] La zopiclona es un fármaco análogo de las Benzodiazepinas, también conocidos como Fármacos Z, siendo esta una Ciclopirrolona, e imitando en parte la estructura del anillo piridinico.
Se une al complejo GABA - Cl por un sitio distinto que las benzodiazepinas
Zopiclona.
Al igual que otros análogos de benzodiazepinas, se metabolizan fundamentalmente en el Hígado, lo que desaconseja su utilización a enfermos hepáticos y se usa fundamentalmente como Hipnótico de elección ya que conserva la Fases REM del sueño
Este análogo conserva muchos de los efectos adversos de las benzodiazepinas, siendo los más remarcables, la amnesia anterograda, la tolerancia y la "resaca" generada tras su utilización
Sin embargo no presenta efecto rebote tras la supresión del tratamiento

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