Caida hacia el abismo




Capítulo 13


Sofía se sentía abrumada, ya no tenía el mismo interés por Ernesto y él se daba cuenta de que había cambiado algo en su prima, ya no era la misma chica con las hormonas alborotadas que había llegado del interior y que quería coger a toda costa en todo momento y en cualquier lugar. Sofía se había convertido en una persona oscura.
Hacía dos semanas que había conocido a otra chica, Eugenia. El lugar donde la había conocido era incierto, la única certeza que tenía era que Sofía estaba tomando más barbitúricos de lo normal. Cuando Ernesto decidió entrar en la habitación de Sofía y revisarla centímetro a centímetro para encontrar las pastillas, el descubrimiento que hizo cambiaría las cosas de manera drástica.
Revisando la mesa de luz encontró que ya no consumía Seconal, ahora en un vuelco inesperado de las circunstancias las pastillas habían cambiado; Por alguna razón desconocida estaba drogándose con Toramine. Decidió preguntarle a su madre cuál era el motivo que había llevado a Sofía a cambiar de medicación.
-¡Esta consumiendo Toramine!, ¿Vos sabés algo al respecto?. Cambió la medicación.
-¡Toramine!. ¡No puede ser! (repentinamente la cara de Amanda empalideció).
-Escuché muchas anécdotas sobre este medicamento, y una de ellas te involucra a vos. ¡Acaso le diste este frasco de pastillas a Sofía!. ¿De dónde las sacaste? (dijo furioso).
-¡No lo sé, jamás tuve acceso a ese medicamento, es un mito, nunca había visto un frasco de ese barbitúrico, se comenta que hay un grupo de estudiantes que lo consumen en la facultad, pero nada más!.
-¡Si por algún motivo me entero que se lo suministraste vos, vamos a tener una charla más profunda y comprometida!. Estoy cansado de mentiras.
-¡Mentiras!, ¿de qué mentiras me hablás?.
-Sos una asesina hija de mil puta, mataste a mi papá, lo tiraste por las escaleras, se rompió el cuello, y encubriste el asesinato porque quisiste salvar tu horrible y sucio culo para no pudrirte en la cárcel.
-¡Y vos quién sos para juzgarme!, te creés que fue fácil para mí tener que lidiar con un hijo adolescente que en todo momento estaba drogado, porque eso es lo que sos, un drogadicto, consumís metanfetaminas a mis escondidas, desde los doce años.
-Si consumo es desde la muerte de mi padre.
-¡Y quién carajo te dijo que el idiota que murió era tu padre…estúpido, no sabés nada!.
-¿Cómo?.
-¡Estúpido, tu padre no era la persona que vivía con nosotros, él solamente era una pantalla, era como el proyector del cine, donde se proyecta una realidad ficticia, una película, la que yo quise que vos veas!.
-(Enfurecido). ¡¡¡Hija de mil puta!!!, ¿Quién es mi padre?, decímelo o juro que voy a matarte, perra, puta.
Fue en ese momento que entró Sofía y vio que ambos estaban discutiendo de manera inusual.
-¡Esta conversación no va a quedar así, no te vas a librar de mí como lo hiciste con mi padre, voy a llegar hasta lo último, así sea la ultima cosa que haga, te lo juro!. No me voy a quedar con esta espina atragantada, sé quién fue mi padre, que no lo quieras admitir por rabia no significa y no te da derecho a abandonarlo al olvido, esta conversación no termina acá, va a seguir y espero que por una vez en tu vida me digas la verdad, mañana continuaremos, tenés un día para pensar bien lo que vas a decir, o para perder un hijo! (dio media vuelta y se retiró, a su paso pateó una de las sillas del living enfurecido).
-¿Qué pasa Amanda?. (Preguntó Sofía)
-¡Nada!, no te interesa. Lo que a mi me interesa saber es quién te dio el Toramine.
-(Sofía se sintió sorprendida con la pregunta).Una amiga.
-Vos no tenés amigas.
-Alguien que conocí por Internet.
-Cómo se llama (estaba saliéndose de sí).
-Eugenia. ¿Por qué, qué vas a hacer?.
-Eugenia qué.
-Eugenia Slovsky.
-¡No puede ser, no puede ser!. (Se echo a reír nerviosamente). Slovsky…nunca tuvo hijos…la radiación…
-No entiendo nada de lo que me decís. Me tengo que ir al pueblo.
-Te advierto…Si matás a ese hombre, la muerte va a estar a tu lado de día y de noche, mientras estés despierta, mientras duermas, mientras estés en el baño en la cocina, mientras salgas a hacer las compras, en un momento, en el instante menos esperado una bala atravesará tu cabeza, no lo hagas, no entres en un juego del que luego no podrás salir. No es una amenaza, por el contrario y porque me importás, ¡es una advertencia!.
-Sofía la miró aterrada. No entendió lo que Amanda le quiso decir, pero sabía que hablaba en serio.
Amanda fue a su despacho en el segundo piso de la casona. Tenía que buscar urgente un nuevo distribuidor para la zona oeste, el químico había dejado un mensaje la noche anterior, la producción estaba lista para ser entregada al distribuidor, y el nuevo proceso de sinterización comenzaría hoy.
Abrió su notebook y se conectó por intermedio del mail que manejaban dentro de la red con un distribuidor alternativo que en un momento se había contactado con Slovsky.
En ese preciso momento el celular satelital comenzó a sonar. Para su sorpresa Merrell la estaba llamando.
-Los muertos no hablan…¿Quién es usted?. (Preguntó sorprendida por la llamada).
-Ahhhh, lo más excitante del anonimato es saber que la otra persona procesa una interminable cantidad de información en su cerebro en busca de una respuesta coherente, porque me imagino que usted no cree en la resurrección, ¿estamos de acuerdo en eso no es así?.
-¡Es así!. Ahora dígame quién es usted.
-Hablemos directamente sobre las cuestiones que a ambos nos interesan. En primer lugar sé que usted se deshizo de Merrell, los motivos son claros, no quiere intermediarios. Usted quiere manejar todo el negocio, desde la producción, dado que tiene al químico y el laboratorio es suyo, hasta la distribución. El único problema es que se ha roto un eslabón de la cadena, mejor dicho, usted ha roto ese eslabón.
-¡No sé de qué me habla!, dígame de una vez quién es usted, y qué quiere.
-Ambos sabemos que mató a Merrell, amigo mío por supuesto y como imaginara, yo también conocía a Slovsky, y mucho más de lo que usted lo conoció en la intimidad. Fue en España, de donde pertenezco. Si estoy en lo cierto, en este momento estaba tratando de contactarse con uno de sus viejos contactos, porque por el momento no tiene los recursos para hacerse cargo de la logística, bastante tiempo le insume el cuidado y seguimiento del químico y el laboratorio.
-¡Si tanto sabe, si es verdad que también lo conoció a Slovsky y por lo que parece mejor que yo, entonces, qué es lo que quiere!.
-Bueno, es sencillo, en primer lugar, usted nunca sabrá mi verdadera identidad, seré un fantasma esperando que usted de un paso en falso para poder deshacerme  de su cuerpo en Hidróxido de calcio[1]. Para deshacer uno a uno sus huesos, y puedo asegurarle que mi gente la enterrara viva mientras hierva dentro de aquella pasta que la comerá de a poco hasta que acabe con su sufrimiento.
-Veo que tiene una imaginación bastante amplia, (sugirió), por lo que me doy cuenta de que estoy tratando con alguien o demasiado estúpido o demasiado inteligente, ¿apuesto lo que no tengo a que usted también es químico?.
-Algo así. Sé que tiene un cargamento que está listo para ser entregado, y que en estos momentos se está sintetizando otro nuevo, por lo tanto el tiempo le apremia. Le propongo lo siguiente, si sigue al pie de la letra las instrucciones que voy a darle, todo marchara en orden y usted y yo haremos buenos negocios. Por otra parte tengo un grupo de amigos que quiere recibir su producto en algunas zonas de España, debido a que el Toramine es un barbitúrico especial, podría decirse una obra de arte que pergeño Slovsky y que usted heredó, una droga de diseño que últimamente esta siendo muy demandada.
-Entonces usted dirá, por el momento parece ser mi única opción.
-Veo que nos entendemos, ¡usted es una mujer inteligente!, a estas alturas sabrá que la persona que le porporcionó el Toramine a Sofía fue alguien que conozco, no tiene nada que ver con migo, claro que no, y si quiero hoy por la noche puedo ir  a su casa, cogerla un par de horas haciéndole lo que usted ni se imagina por el solo hecho de regalarle veinte cajas de la droga, y luego antes de irme meterle una bala en la cabeza.
-Soy toda oídos.
-Usted tiene una red de distribución con la cual llegaba a Merrell, conozco sus camiones, los he visto y sé como lo hace, las cajas del medicamento viajan precongeladas dentro de los tarros de helado que usted utiliza como pantalla. Ahora en vez de que esos tarros de helado lleguen hasta el depósito de Merrell –que en paz descanse-, llegarán al mío. Un grupo de hombres lo recibirán, luego se hará la distribución como siempre y usted recibirá su parte, que digamos será del cincuenta por ciento.
-¡Ja,ja,ja,ja,ja. Ni piense que voy a darle el cincuenta por ciento de la distribución, cuando yo soy la que produzco la droga y la que poseo al químico y el laboratorio, sin mi no tiene nada.
-Pongámoslo de esta forma, usted mató a Merrell, por lo tanto es una persona que no tiene ningún tipo de moral, mejor dicho es una persona que no tiene códigos ni escrúpulos, y lamentablemente dentro de este negocio los códigos son algo que no se rompen, lamento que Slovsky no se lo haya enseñado, y si lo hizo entonces usted es la peor escoria que existe en un negocio como el que lleva adelante, y si es así va a durar muy poco y la suerte que correrá será la misma que usted misma hizo que corran tanto Slovsky como Merrell. Entonces, si no quiere amanecer enterrada en cal viva mientras siente como cada uno de sus músculos y tejidos se desintegran lentamente, o hacemos este pequeño trato donde todos salimos ganando o sabe lo que le espera. ¡Ahhh!, luego seguiremos con su hijo por su puesto que no nos olvidaremos de él, pero primero lo utilizaremos como bicho de laboratorio, experimentando en él cuanta cantidad de barbitúrico es posible que un ser humano consuma en un día. Empezaremos con cuatro miligramos, seguiremos aumentando la dosis progresivamente hasta que muera de una embolia, de un paro cardíaco o simplemente si se hace resistente a la droga, lo cortaremos en pequeños pedazos y se lo enviaremos a Sofía en una caja metálica. Entonces ahora, luego de haber oído las pautas de negociación, ¿le conviene la oferta que le estoy ofreciendo?.
-Visto desde esa perspectiva, creo que si. Pero déjeme decirle algo señor anónimo. En algún momento usted será el que dará el paso en falso, el que estará en su cama pensando en cómo ganó esta parte ficticia de un trato momentáneo, en ese momento cuando su mente entre en la vigilia, allí estaré yo para recordarle que todavía no es hora de dormir. Mientras tanto me parece un trato razonable.
-Recibirá en este instante en su correo las coordenadas donde deberá enviar el cargamento con la mercancía. Por ahora no tengo nada más que agregar, en cuarenta y ocho horas me pondré nuevamente en contacto con usted para acordar el pago. Gracias por su tiempo, que pase una buena noche, y recuerde, es su mejor opción.
Amanda colgó el teléfono, estaba en un estado de furia e impotencia tales que destrozó con su propia mano el vidrio de su  escritorio.
Se dejó caer en el sillón, por la violencia de los golpes habían caído los cuadros que estaban sobre el vidrio. Uno era de Ernesto en un parque, cuando tenía siete u ocho años, el parque parecía la extensión de un campo, con el sol pegándole sobre los rulos rubios por la parte posterior de su cabeza, parecía un pequeño ángel. Recordó aquel día, un día de campo en el que solamente estaban ellos dos juntos, y ella había preparado el mantel debajo de un árbol para comer unos sanguches que había preparado con el amor de una madre que amaba a su hijo.
En el otro cuadro había una foto de Slovsky abrazándola, alguien que ahora no recordaba se la había tomado en la Plaza de la ciudad vieja de Praga, seguramente había sido algún turista como lo eran ellos dos en aquella antigua pero hermosa y cautivante ciudad, en la que habían asistido ambos a un seminario de química orgánica. Mientras veía ambas fotos, los momentos detenidos por ese artefacto llamado cámara, se confundían y al mismo tiempo le traían recuerdos que en un momento hicieron que de su ojo izquierdo brotara una lágrima que se deslizó por su mejilla y cayó sobre el vidrio roto, el sonido sordo que había producido al estallar en miles de partículas la había traído de vuelta a la realidad, miró hacia la puerta de su despacho y comenzó a pensar quién podría ser aquel individuo anónimo que ahora la estaba extorsionando al punto de querer manejar el negocio que durante cinco años se esforzó en construir sola, sin la ayuda de nadie. Ahora se veía amenazada realmente como nunca antes lo había estado, era vulnerable. Y se esforzaba por imaginar quien era la que la ponía en aquella situación. Luego por un momento su mente se detuvo, como si hubiese entrado en un estado catatónico, quedó su mente en blanco, al cabo de unos segundos se reinició y comprendió que por ahora era una opción considerable, y que si lograba llegar al bastardo, podría eliminarlo como a Merrell, pero no sin antes hacerle saber quién era la que mandaba en el negocio, quién era la dueña del imperio donde todos estaban parados y alimentándose de él. Así sería, pero todo a su tiempo  y en su justa medida pensó.


[1] El hidróxido de calcio, dihidróxido de calcio o cal hidratada (otros sinónimos: hidrato de cal, cal apagada, cal muerta, cal aérea apagada, cal de construcción, cal química, cal fina, cal de albañilería, flor de cal, cal Viena) con fórmula Ca(OH)2, se obtiene por hidratación del óxido de calcio (cal viva) en unos equipos denominados hidratadores.
Si se calienta a 512 °C,3 el hidróxido de calcio se descompone en óxido de calcio y agua. La solución de hidróxido de calcio en agua es una base fuerte que reacciona violentamente con ácidos y ataca varios metales. Se enturbia en presencia de dióxido de carbono por la precipitación de carbonato de calcio.

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