Camino hacia el abismo



Segunda parte

              Capítulo 1


Mente y cuerpo


Víctor Slovsky estaba sintetizando con la ayuda de su asistente químico la cantidad necesaria para abastecer el negocio. Había pasado un mes luego de aquel incidente con el estúpido de la visera y con Brían, ya eran ambos un recuerdo nefasto en su mente. Todo marchaba según los planes de Amanda, que desde el primer momento fue la encargada de la logística de distribución de los barbitúricos. La marca del medicamento fue concebida una noche de reunión entre Amanda y Slovsky en la casa de éste, entre copas de vino tinto, ambos decidieron que el nuevo barbitúrico con propiedades alucinógenas, aquella droga de diseño comercialmente saldría a la venta de su círculo de consumidores bajo el nombre de Toramine. Estaban contentos de que todo marchase según lo planeado, que la distribución fuese perfecta y que las autoridades de control de medicamentos estuviesen bajo la influencia de Slovsky.
Aunque fuese un hombre con un pasado oscuro, su mente era brillante, no dejaba ningún detalle por más mínimo que sea librado al azar. Los cabos sueltos no podían estar dentro de las estadísticas, el lema era ¨hacer lo que fuese necesario, el fin justifica los medios¨, siempre se lo decía a Amanda, y lo cumplía a la perfección.
Había uno de esos cabos que aún no había podido atar, y era precisamente la mujer que estaba detrás del negocio, la cara visible del imperio que se estaba construyendo gracias a él, al químico que había logrado sintetizar un barbitúrico novedoso por completo, y que tal vez en algún momento, podría exportarse con grandes beneficios para ambos. Amanda no podía ser la que se llevase todos los honores por el sacrificio de su brillante inteligencia, por el contrario, si lograba que Amanda contrajese matrimonio con él, la mente y el cuerpo del negocio estarían en el lugar donde deberían estar, no por separado.
Luego de unas cuantas copas, Amanda estaba en el punto justo para que Slovsky pudiese escupir la proposición. Ella era doce años más joven que él, pero aunque la diferencia de edad era mayor a una década, no se notaba en absoluto. –¡Estoy en este momento dispuesto a hacerte una proposición que tal vez te interese, dado que no solamente eres bella sino que también lo suficientemente inteligente como para meditarla si es necesario, inteligencia y belleza no se encuentran seguido por estos tiempos, no van de la mano, y vos las tenés a ambas a tus pies!. -¿Y cuál sería esa proposición tan interesante que me proponés? (dijo Amanda entre risas provocadas por el alcohol en su cabeza). -¿Te casarías conmigo?. –Ja,ja,ja,ja. Yo, casarme con vos, (carcajadas sarcásticas), y ¿por qué haría semejante estupidez?, perdón no es que quiera rebajarte, sos un tipo ¡guapote chico!, pero quiero decir, no estoy interesada en ningún casamiento.
Slovsky quedó sorprendido, aunque atribuyó la respuesta al alcohol que había bebido Amanda. –No importa, mañana hablaremos de esto, cuando estés en condiciones de hacerlo. (Dijo mirando hacia la chimenea del living). –Este es el momento de hablar. Entonces digamos que me caso con vos, ¿Cuál sería el beneficio mutuo, porque nuestro negocio está funcionando perfectamente?, ¡decime Slovsky, ¿cuál sería el beneficio?. Slovsky comenzó a pensar en dos alternativas posibles, la primera que descartó prácticamente en forma instantánea era meterle un plomo en la cabeza en ese mismo instante a aquella mujer, la segunda que fue la que esbozó, explicaba las conveniencias de que si ambos estuviesen casados, la unión haría mas fuerte el negocio, y los distribuidores verían en ellos la fortaleza de una empresa consolidada como debía ser, mente y cuerpo unidos. –Patrañas Slovsky, aunque soy una mujer inteligente como bien lo has dicho, lo pensaré y tendrás mi respuesta en los días siguientes, porque si no calculo mal, la primera opción que se te ha venido a la mente es hacerme comer una bala, ¿o no es así?.               –Amanda, por favor si hubiese querido sacarte del medio de este negocio hace tiempo que serías historia, esa no es mi intención, y nunca lo será, por otra parte debo decirte que además de lo que ya te he dicho, me siento atraído por vos, me gustás Amanda. –Mmmmm, ¡que lindas palabras escuchan mis oídos!, ¿será cierto lo que sale de tu boca?, tendré que comprobarlo por mi cuenta. Esta bien, dame un par de días y te confirmaré o refutaré la idea, no quiero que me presiones y tampoco quiero que te tomes mi respuesta livianamente. -¡Por supuesto querida, la esperaré ansioso!. (Slovsky movió en forma circular su vaso de whisky)
Amanda luego de las doce de la noche se retiró de la casa de Slovsky, debía ir a ver a Ernesto que había quedado a cargo de su niñera. Mientras manejaba su auto pensó que aquel tipo estaba manipulándola para obtener todo el beneficio, para salir a relucir y ponerse a su altura, a la altura de ella, el cerebro de esta organización. Claro que no descartó que el químico era una parte fundamental del negocio, pero calculó también que su ayudante estaba siendo entrenado por Slovsky y que ambos sabían sintetizar el barbitúrico, por lo tanto ella tenía una carta en la manga; Slovsky era un peón más arriba del tablero que podía moverse de acuerdo a como ella quisiese, porque ella era la dueña del juego.
La posibilidad del casamiento con Slovsky tenía una sola ventaja, Ernesto. Al fin y al cabo tendría un padre, o al menos alguien a quien llamar papá, porque su hijo no estaba todavía maduro para comprender que su verdadero padre la había violado, y que ese acto inmundo le había costado la vida. Cuando Amanda comenzó con la empresa de los barbitúricos con Slovsky, Ernesto sólo tenía ocho años y las preguntas sobre su padre eran cada vez más recurrentes. Amanda se las ingeniaba para decirle que por su trabajo y por algunas cuestiones que tenían que ver con problemas de la pareja, su padre estaba de viaje por Europa, pero que estaban tratando de reconciliarse y que no faltaría mucho para que volviese; Ahora tenía una posibilidad perfecta delante de sus narices y la aprovecharía, por fin Ernesto dejaría de hacer preguntas y tendría al padre que tanto anhelaba tener entre sus brazos, para que fuesen a jugar juntos y se divirtiesen como una verdadera familia.
El cinismo de Amanda llegó a su punto de clímax en los días subsiguientes, habló con Ernesto y por fin le dijo que su padre al cabo de un mes estaría de regreso en la casa y que nuevamente volverían a ser una familia feliz, que todos las diferencias que habían mantenido en el pasado habían desaparecido, y que el amor había renacido gracias a que su padre se había arrepentido de haberlo abandonado siendo tan chico para seguir una beca sobre investigación de química nuclear en Alemania. Ernesto estaba feliz con aquella noticia, volverían a ser una familia, volvería a reencontrarse con un padre que nunca conoció, pero que podría llamarlo papá y el ser acariciado y mimado como un verdadero hijo se lo merece, porque aunque su madre cumplía con ambos roles, la figura del padre estaba desolada en la mente del chico.
A los cuatro días, Amanda llamó por teléfono a slovsky, y ambos convinieron un encuentro en un lugar neutral, donde todo había empezado. –Lo he pensado, y estoy de acuerdo en la proposición que me hiciste, lo he pensado muy bien, te juro que lo hice, y aunque no lo creas calculé bien cada una de las opciones que tenía disponibles al alcance de mi mano. Mi respuesta es un si. -¡Gracias a Dios Amanda, no puedo estar más feliz, es lo que siempre desde el primer momento en que te ví quise, siempre estuve enamorado de vos, cuando te veía en clase…       -Está bien, está bien, ahorrémonos la charlatanería y convengamos lo siguiente:, nunca me sentí atraída por vos, bajo ningún punto de vista, y bajo ningún aspecto, nunca fantasee con cogerte, nunca te ví salvo como a una persona brillante, por lo tanto tengo solamente una cosa que pedirte, porque vamos a vivir bajo el mismo techo. Slovsky por una milésima de segundo pensó en sacar de su cintura su Glock y ponerle un tiro en un ojo a aquella perra que lo estaba rebajando como a un don nadie, pero hubo algo que detuvo aquel siniestro pensamiento. -¿Y cuál es la condición entonces, que no tengamos sexo?. –Eso después se verá, no te creas que una mujer puede vivir colándose los dedos en la argoya toda su vida, tengo treinta y nueve años y desde hace más de cinco que no veo una pija de carne y hueso, pero no te confundás, eso no quiere decir que la primera que encuentre va a ser la primera que voy a destrozar con el orto, ¡banalidades!, quiero decir que con el tiempo se verá, las relaciones sexuales son una cuestión secundaria digamos en este matrimonio de mentira, lo que quiero pedirte y si es que querés vivir conmigo bajo el mismo techo y siendo mi esposo, esperando que en algún momento te deje que me cojas como tu mente retorcida muere por hacerlo, es que le hagas creer a mi hijo Ernesto que sos el padre, y que tuviste que abandonarlo de chico por digamos, una pequeña infidelidad que te fue perdonada y que aprovechaste la ocasión para viajar a Alemania becado para una investigación sobre química nuclear, eso es todo, ¿alguna objeción?. Slovsky que estaba a punto de matar a aquella mujer que lo había denigrado completamente, por una cuestión de un reflejo condicionado inconscientemente asintió con su cabeza, aceptando las condiciones que le había impuesto aquella maldita mujer. –Entonces deberemos hacer el casamiento en un lugar alejado, sólamente por civil, obtener nuestra libreta de matrimonio y luego de eso podrás entrar en mi casa. No quiero decir lo que es obvio, pero la que pone las reglas soy yo, a partir de este momento, estás estrictamente subordinado a cualquier cosa que te ordene, no tenés más autonomía propia como la tuviste hasta ahora, por lo tanto si por alguna razón se te ocurre tomar una decisión sin preguntarme primero, las consecuencias serán del mismo tenor que la decisión que tomaste, creo que está todo aclarado y no quedan espacios en blanco que rellenar, ¿alguna objeción?. –Ninguna.
A las tres semanas Slovsky se mudó a la casa de Amanda, -como ésta lo había planeado-,  y abrazó al pequeño Ernesto con un amor fraternal de padre ausente, el niño lloró al ver su padre que no lo era, Amanda desde el comedor con un cigarrillo en la boca, miraba la escena patética que tuvo que montar para el bienestar de su hijo, porque esa había sido la verdadera razón, Ernesto.
Slovsky se comportó como un buen padre durante los meses siguientes, se repartía sus horas del día entre el laboratorio y su nuevo hogar, cuando llegaba entretenía a Ernesto como lo solía hacer con Inna e Irina, tenía –ahora- un hijastro, un varón como siempre habían querido tener con su esposa. En alguna ocasión derramó una lágrima recordando a sus hijas, y mientras jugaba en el living con Ernesto miraba de reojo y con una sonrisa a Amanda para obtener su aprobación que nunca llegaba. Amanda desde el momento en que Slovsky se mudó a su casa se volvió aún más ermitaña, prácticamente cuando volvían juntos del trabajo, luego de lidiar con los distribuidores y los productos químicos, ella se sentaba a la mesa con su hijo y Slovsky, comían juntos y se iba a su cuarto a dormir. Slovsky entraba en la misma habitación para que Ernesto creyera que todo era  normal, pero una vez que  cruzaba  el umbral de la puerta de la habitación, entraba por otra puerta secreta que lo conducía a una cama donde dormía solitariamente toda la noche, todas las noches.
Algunas de ellas, de tanto en tanto, Amanda se masturbaba en su cama y gemía lo más alto que podía para que Slovsky la escuchase, por supuesto que la escuchaba y él también satisfacía su necesidad humana primordial solo, se sentía una basura humana, sentía que su cuerpo respondía a su mente pero su alma lo había abandonado desde hacía mucho tiempo, prácticamente desde el momento en que vio aquella explosión de la planta nuclear en la ventana de su departamento, su vida a partir de aquel inolvidable suceso se derrumbaba poco a poco de a pedazos, en algunos momentos pensaba en suicidarse, pero nunca tuvo el valor de hacerlo.
La convivencia en la casa de Amanda era un remolino de incertidumbres y complicaciones, en ciertas ocasiones las discusiones comenzaban por una nimiedad, entonces Slovsky se sentaba en el sillón del living con un vaso de whisky en la mano para ahogar el tiempo y la amargura. Su químico subordinado estaba llevando el laboratorio adelante, y lo hacía muy bien. Merrell su mano derecha, distribuía el barbitúrico de manera impecable, sin sospechas en toda la parte este de la ciudad, el negocio se expandía.
El siete de mayo por la mañana, como cualquier otro día, Slovsky se levantó de su cama para ir al baño, un nuevo día comenzaba, tenía que ir al laboratorio ya que el químico necesitaba hacer unas pruebas con el equipo nuevo que habían adquirido. Cuando entró a ducharse, primero decidió a diferencia de otras veces en primer lugar afeitarse. Tomó la crema y la brocha la esparció lentamente por toda la cara, se miraba al espejo y veía alguien que ya no reconocía, no sabía a ciencia exacta qué era lo que lo había motivado a sumergirse en esta porquería que llamaba vida de matrimonio y que inocentemente engañado pensó que podría funcionar en algún momento; En ese instante sumergido en aquel pensamiento, una gota de sangre emanó de su fosa nasal izquierda, luego otra y otra, hasta convertirse en un continnum casi imparable, se asustó. Tomó un papel higiénico  y trató de taponar la nariz con un pequeño bollo inclinando la cabeza hacia atrás al mismo tiempo. Después de todos estos años, al fin el mal siniestro y silencioso que obraba en su cuerpo desde aquel día en que la radiación ingresó a su cuerpo, empezó a sacar a la luz, a su propia y oscura luz, el efecto que había empezado mucho tiempo atrás.
Slovsky no lo sabía, en ese corto lapso de tiempo creyó que se trataba de un acceso de flujo sanguíneo de una vena de su fosa nasal y que ésta se había reventado por la presión arterial, pensó para sí mismo y murmuró casi en silencio para auto convencerse de que aquello que nunca se había manifestado anteriormente, era algo que pasaría, todo estaría bien y seguiría siendo así. Lamentablemente el pensamiento y el deseo de los hombres muchas veces no se condicen con la nefasta e irreversible realidad que  en muchas ocasiones los golpea tan fuerte que los hace pensar que están viviendo una fantasía, una ficción que algún escritor escribió perversamente; Que solo hay que dar vuelta la página y la historia cambia, entra en escena otro personaje, y en el momento en que uno debe articular nuevamente el nuevo parlamento, la realidad mágicamente ha cambiado, para bien.
Slovsky terminó de afeitarse, terminó su ducha, desayunó algo liviano con un café cortado y se dirigió como todos los días al laboratorio, cuando llegó al depósito dos nuevos empleados estaban ya llevando adelante el negocio de repuestos, los contratos duraban lo que él decidía y muchas de las veces ese período no era mayor a los seis meses; los cabos sueltos tienen que ser atados siempre, nunca nada pero absolutamente nada para Slovsky quedaba librado al azar o a la suerte, fríamente calculaba cada movimiento que se jugaba sobre el tablero de ajedrez.
-¡Buenos días Sr. Slovsky! (dijo el químico encargado).
-¡Buenos días, espero que el nuevo equipo esté funcionando como debe ser!.
-Así es, y es por eso que lo llamé personalmente a su celular satelital, usted sabe que no molesto a mis superiores si no tengo una razón viable y necesaria estrictamente para hacerlo.
-No hay problema, por favor, muéstreme como funciona todo.
-¡Adelante, con este nuevo centrifugador, la producción aumentará un treinta por ciento más de lo que se produce hasta ahora!.
-Perfecto, entonces deberé ponerme en contacto con Merrell para que busque expandir el negocio a la zona Oeste, ya he escuchado rumores de que el medicamento esta llegando en forma clandestina por esos lados, y un tipo llamado Ramírez, que es el que distribuye metanfetamina en la zona, parece estar molesto con el avance de una nueva droga en su territorio. Por lo tanto existen dos opciones:, una distribuye nuestro producto, dos, limpiamos la mugre y ponemos nuevos muebles dentro de la casa.
-¡Completamente de acuerdo!.
-Personalmente hablaré con Merrell esta tarde.
Slovsky saludó al químico estrechándole la mano y se retiró luego de estar más de una hora en el laboratorio supervisando la producción.
Al subir al auto sintió que se mareaba, sintió que su cabeza daba vueltas y que su presión descendía drásticamente. En un segundo pudo ver en el espejo del auto como nuevamente su nariz sangraba profusamente, tanto que había manchado su impecable blanca camisa. Sintió pánico, un acceso de taquicardia pareció sacarle el corazón por el pecho. Algo andaba mal, y la pérdida de sangre de su nariz era algo que no era usual, nunca antes había experimentado aquel incidente. Sintió que moría de un paro cardíaco, que tendría un infarto. Su brazo izquierdo comenzó a dolerle, a hormiguear desde el hombro hasta la última falange del dedo mayor, se adormecía lentamente, sintió morirse, y en el desesperado intento por que ingresara una mayor cantidad de aire en sus pulmones llegó a hiperventilarse y luego de ello se desmayó.
Estuvo inconsciente en el auto por al menos unos diez minutos. Uno de los nuevos empleados del negocio de repuestos que había visto a Slovsky subirse a su auto hacía unos quince minutos, vio que el automóvil no se movió en ese lapso de tiempo, se preocupó y decidió ir a ver qué le sucedía a su jefe. Cuando se acercó a la ventanilla del conductor –que estaba cerrada-, Slovsky estaba apoyado sobre el vidrio con un hilo de baba sobre la comisura izquierda del labio y una gran mancha de sangre en el pecho. Pensó que lo habían tiroteado, pero no vio signo alguno de violencia o de un disparo en el parabrisas del auto ni en ninguna otra parte visible de éste, por lo que pensó que se trataba de algo grave, algo le había sucedido a Slovsky que lo había dejado inconsciente dentro del auto y no había recuperado hasta el momento la conciencia.
Se despertó en el hospital de Bordeaux con una enfermera a su lado que le tomaba la presión.
-¿Dónde estoy? (dijo entre sorpresa y enfado).
-Está en el hospital hombre, uno de sus empleados lo trajo hasta aquí.
-¡Tengo que irme inmediatamente de aquí!
-Hasta que el médico que lo recibió no dé la orden correspondiente y le dé el alta, usted de aquí no se mueve, y si lo hace vamos a tener que sedarlo, aunque sea por la fuerza.
No tuvo más remedio que acatar la orden que le impartió la enfermera. Tendría que esperar que le hagan estudios, porque cuando llegó el empleado les había dicho a los doctores que había perdido la conciencia, sumado a ello la mancha de sangre en la camisa producto de la desangración nasal. Los médicos ordenaron una tomografía, debían estar seguros de que no hubiese ningún problema extraño relacionado a un A.C.V.
Al cabo de media hora de estar en una habitación solo, conectado a un suero para estabilizar su presión y la descompensación que le había producido el desmayo, un doctor vino a verlo. –En unos minutos lo llevaremos para realizarle una tomografía y sacarnos cualquier duda Sr. Slovsky, ¿está bien pronunciado no?.       -¡No tengo nada, es sólo un desmayo doctor, a veces me baja la presión!. –Lo que nos puso en alerta fue la pérdida de sangre, aunque puede haber sido causada por un pico de presión, queremos descartar cualquier otra cosa.
Slovsky de pronto estaba entrando por ese tubo iluminado que parece conducirlo a uno hacia los umbrales de una dimensión desconocida e incierta. El ruido, la blanquecina luz y el atuendo blanco siniestramente se amalgaman en un signo mental tan perverso que el que lo experimenta siente que es el túnel de la muerte al que está ingresando.
Una retícula proyectada sobre la cabeza de Slovsky en forma de cruz sobre su cabeza, hizo que el bombardeo de la maquina fuese aún más siniestro. Al cabo de unos minutos el examen había finalizado; invitaron a Slovsky a que pasara a la sala intermedia, que esperase unos minutos recostado en una camilla y que luego vendría alguien a darle la orden de cambiarse. Así lo hizo, luego de eso tuvo que esperar en una sala con las paredes empapeladas con láminas del cerebro humano y sus secciones o disecciones, sus nombres científicos y su traducción al latín. Estaba nervioso a la espera de los resultados que tardaban en llegar. Al fin el médico entró con una carpeta no demasiado grande que contenía las placas y un examen escrito detallando el inconveniente que Slovsky padecía.
-Muy bien doctor, ¿Qué es lo que tengo?
-(Mirándolo a los ojos). Mire Sr. Slovsky no hay manera de decir esto de una forma suave.
-¡Ya veo que no!.
-(Dijo las palabras de manera casi inmutable, como si fuese un trabajo que llevaba a cabo diariamente). Usted padece un tumor en el cerebro, que se aloja en el Lóbulo Frontal, por lo que indican los estudios tiene un diámetro de unos cuatro centímetros. Voy a ser sincero con usted. Este tipo de tumores es prácticamente inoperable, está alojado en el limite con el Lóbulo Temporal, es decir casi en el centro del cerebro, eso es lo que lo hace prácticamente inaccesible. Debemos hacer análisis de sangre completos y estudios completos también para estar seguros de que no haya metástasis. En lo que no quiero mentirle es en lo siguiente: este tipo de tumores es agresivo, y existen dos tratamientos contiguos, el primero es una sesión de dos semanas con bombardeo de rayos para reducir su tamaño lo máximo posible, luego de ello el tratamiento sigue con quimioterapia, pero tiene suerte de que lo hayamos detectado a tiempo, el diámetro aunque no es pequeño, puede reducirse, lo lamento, pero es el camino que puedo ofrecerle, y la esperanza y la fe de que se reduzca para que usted pueda vivir dignamente.
-¡Vaya que fue sincero! (dijo Slovsky aturdido por la información que había recibido de golpe). Dígame Dr. Cuáles son las consecuencias que sufriré mientras esté en tratamiento, o mejor dicho, creo que no me expresé bien, cuáles son los síntomas que este tipo de tumor me producirá.
-Bueno, al estar ubicado en el lugar donde está, este tipo de tumores lo primero que afectan es la memoria a corto plazo, luego el sistema motriz comienza a deteriorarse, hasta el punto de que si no comenzamos con el tratamiento a tiempo, tendrá que movilizarse dentro de unos meses en silla de ruedas, luego los miembros superiores irán deteriorándose a tal punto que no podrá levantar una taza de café.
-(Suspirando profundamente). Muy bien, entonces deberemos comenzar lo antes posible, tendré que ver cómo arreglo algunas cosas antes, negocios.
-El tratamiento no es nada sencillo y por otra parte es caro Sr. Slovsky, ¿usted tiene un seguro que cubra su área de salud?.
-Eso no es problema, pagaré el tratamiento en efectivo. Dr. Le pido que esto sea de absoluta confidencialidad entre usted y yo, no quiero que mi esposa y mi hijo sepan que estoy padeciendo esta enfermedad, sería devastador para mi hijo de ocho años saber que su padre va a morir.
-Por ahora no piense en eso, lo primero que debemos hacer es comenzar el tratamiento, en el día de mañana lo espero para empezar con los análisis completos para saber si existe algún tipo de ramificación y luego, una vez que todo esté en orden, comenzaremos con los rayos, por último la primera sesión de quimio; será una cada quince días.
-Mañana estaré aquí, ¡hasta entonces!.
Un medicamento fue recetado preventivamente por el especialista para los mareos y para evitar cualquier otro desvanecimiento mientras el paciente entre en tratamiento. Slovsky salió del hospital desorientado, sintió que en ese momento el mundo estaba apoyado sobre sus hombros, sabía que la hora había llegado, que la muerte silenciosa había comenzado a trabajar desde que entró en la central como ayudante para salvar a aquel país que hoy es ajeno a sus objetivos, hasta el convencimiento y el patriotismo por el cual él había dado prácticamente su vida en la década de los ochenta ya hoy no existía, no había quedado ni un atisbo de todo aquello. Hoy solamente existía él y la muerte silenciosa, el tiempo se estaba acabando, se le estaba extinguiendo entre sus manos y la impotencia de saber que lo poco que se podía hacer era tan insuficiente que su muerte llegaría tan pronto que ni se daría cuenta cuando sucediese. Lo peor de toda esta tragedia era que el dinero que estaba ganando producto del barbitúrico que él había diseñado sería en vano, que no podría comprar su vida y que tampoco podría dejárselo a su familia. Sentado en su auto, una lagrima cayó de su ojo derecho, aquel hombre fuerte que había estado frente a frente con la muerte en la Central más peligrosa del mundo y que había tenido que soportar haber perdido a su familia, ahora era vulnerable y esperaba la muerte, el mismo medio que él también había utilizado para justificar el fin.






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