Siniestro




Aquella noche funestamente negra, invocó al más inhóspito de sus rivales que era él mismo, pero confundido en pesadas tumbas de mármol gris, ese gris frío que cala las entrañas, luego se halló.
Buscó respuestas banales a preguntas sin sentido, buscó refugio en habitaciones heladas por huesos quebrados de espanto, buscó…
Se encontró a sí mismo, halló la pesadumbre de un alma cansada, un alma fatigada por los estragos de una vida ásperamente furibunda, la que en ocasiones melló su errante corazón. Claro que subsanó heridas causadas por el pesar de los años terrible e inconmensurablemente abominables, esos que dejan la huella grabada a fuego en la irreversibilidad del inconsciente. Buscó…
Cuando pequeño, el sol brillaba sobre su cabeza y sentía la brisa del verano como su refugio auténtico. Jugaba a ser grande, jugaba a encontrar respuestas, jugaba a querer acometer contra todo lo que le causaba temor. Ahora recostado sobre su cama, con un gran pesar sintió la estrecha mano de una realidad agobiante. El mundo era diferente, las cosas no eran como en el patio de su casa, donde la brisa movía –al igual que en el cine-, lentamente las ramas cargadas con hojas reverdecidas.
Hurgó sobre sus recuerdos lejanos para encontrar respuestas a todas esas preguntas que lo carcomían como los mismos y asquerosos gusanos carcomen a las almas perdidas. Buscó…
Las órbitas de sus ojos recordaron en parpadeos sondeados por la oscuridad a su madre, internada en el hospital agonizando una muerte que la atrapaba inexorablemente. Ese mismo recuerdo fue el anhelo del fin que quería para que su alma se redimiese, tal vez porque en esta vida no pudo sellar la fantasía de una alegría plena, simple, la que cualquier otro hombre pudiese vivir en la habitación contigua, en la calle, en el mundo exterior, claro que.. ajeno a él.
Un espasmo recorrió su cuerpo cuando la vigilia lo alcanzaba lentamente. Se encogió en posición fetal para darle calor a sus pensamientos apesadumbrados por la espesura de una gravedad siniestra. ¿Quién podría salvarlo de todo aquello que hostigaba en negras imágenes la película de su inquietante vida?. Buscó…
Se levantó a pesar de que el cuerpo lo obligaba a descansar aquella noche fría; se dirigió hacia la cocina, en un cajoncito del bajo mesada había bolsas, esas que traía del supermercado. Blancas como la nieve, crispaban sus dedos con un sonido sordo, tironeó, y estuvo a punto de abandonar la empresa porque había quienes que lo esperaban.
De nuevo en la cama jugó con los dedos sobre su barbilla, arrastró un par de oraciones que incluyeron una frase incongruente: ¨Dios me perdone¨. La llevó lenta y paulatinamente sobre su rostro, cubriendo su cabeza. Se hundió dentro de la frazada por si sentía frío, aunque no sabía que ese frío sería el mismo que luego lo libraría de todo mal. Buscó…
A las siete de la mañana las campanas de la iglesia retumbaron en las paredes de la habitación con un eco de muerte. Hubo un mensaje en el teléfono que estaba al lado de su cama. Cuando hubo terminado de hablar, la voz se repitió graciosamente sólo una vez. Esa misma voz era la de su madre. Lo que durante toda la noche había buscado, lo encontró a un solo tiempo, la posición fetal que detentó se asemejaba a la marca del colchón de la cama del hospital donde la que lo encontró había fallecido.

No comments:

Post a Comment

Despedida

Cuando pensó que llegaría a destino, faltando pocos metros para cruzar el obscuro camino que la llevaría de nuevo a su casa, una mujer se in...