Esas imperceptibles pero contundentes palabras vacías que
se construyen sobre un silogismo poco certero, son en sí mismas, la simbiosis
con aquellas mentes inconexas y distópicas que quieren impartir paradigmas lo
mismo funestos.
La hipótesis aristotélica puesta en marcha desde una visión
moderna, anacrónica en su propia esencia, traspolada desde un hemisferio a
otro, recorriendo inverosímiles caminos en los que se pierde por antonomasia
con su propio génesis ya fenecido.
Esas mismas palabras que quieren mellar -cueste lo que
cueste- otros divergentes pensamientos, carecen de un fundamento empírico,
carecen de autonomía propia y, aun perdidas en las profundidades de los mas
profundos mares de la moral, necesitan por el propio peso de la mentira,
subvertir una realidad ajena, que no les corresponde, de la cual no tienen
ninguna potestad, por el solo hecho de ser despreciables, por la simple y llana
razón de ser pronunciadas por aquel que declina, irremediablemente, ante su
propia decadencia.
Martín Ramos
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