Ella
es la que lo motiva a cumplir sus sueños, los que son de ambos, los que nunca
antes había pensado cumplir. Aparece tal como un hermoso perfume que se percibe
desde distancias invisibles. Cuando se va, queda su esencia, su aroma, sus
palabras… esas que llenan todos los rincones, cada uno de los espacios que él
recorre día a día para encontrarla, para acariciar su cabello con el
pensamiento y un corazón perpetuamente enamorado.
Y cuando se miran, los ojos de él se
llenan de gotitas de rocío, como lágrimas, movidas por la felicidad, por la
pasión irrefrenable que ella le canta en sus oídos, como aquella cantora
nocturna, imbuida de su propio vestido blanco, a la luz de la luna ella le
canta los acordes del amor y la pasión al son de su propia preciosidad. Y si la
lluvia moja sus mejillas de porcelana, que son de ellas, es porque se siente
movida por el sentimiento mas puro de la certidumbre de que él la escucha
atentamente, se siente protegida.
Tiene un vestido blanco, unos labios
azules, unas palabras dulces como el néctar mas preciado, y ellas le cuentan
los avatares de su amor, el que inexorablemente y para su propio regocijo, les
pertenece a ambos. Porque como el buen arquitecto, lo diseñaron con sólidas
bases, con la meticulosidad quirúrgica de la pasión que irrefrenable, los edifica
cada mañana, cada noche, cada día juntos…
Y es entonces que pronuncian de su
boca las palabras que les dictan sus corazones, que laten al compás de las
cuerdas de un instrumento delicioso, ese que los lleva a descubrir y re descubrir
pasiones intactas, momentos glaciales dejados a la imaginación que ambos re
descubren en su propio interior, en su pecho marcado por el nombre de ambos, un
sabor dulcemente exquisito.
Ella canta, y canta con su vestido
blanco, a la luz de la luna. Él la escucha atentamente, y atesora cada una de
sus palabras en lo mas profundo de su corazón, que a ella le pertenece, que supone
los colores de un arcoíris de sentimientos perfectos, los que ambos sienten
dentro de sí, los acordes de la partitura de su amor, uno que les es propio
ahora, para siempre…y ambos se sienten seguros uno del otro, para mitigar la hipocresía
de aquellos que los rodean, de los que nada entienden de su irreprimible e
insuperable pasión.
Martín Ramos
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