El silogismo riguroso de convertir las palabras en discurso.
A hurtadillas del tiempo que se escapa frenéticamente entre las invariables declinaciones de cada segundo perdido.
Todo me condujo a pensar equívocamente que transitaba el camino correcto.
El discurso por el discurso mismo.
La fuerza de la palabra.
El abismo de la disuación.
Todo ello sirve cuando se le hecha mano en desesperadas situaciones, en la reverberación de las circunstancias.
Servilismo puro y consciente.
Al fín y al cabo, un solo punto de fuga, un vacio interior...
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