Camino hacia el abismo






Capítulo 10 (Apartado 1)










Apartado 1



La pérdida


Marcelo tenía nueve años. Era el producto del amor entre Eduardo y su esposa. Lo habían concebido estando en el exterior en un viaje de placer que programaron  mucho tiempo atrás, para que la mente de ambos esté en blanco cuando volviesen a casa. El trabajo era estresante por aquellos años. Tanto él como su esposa trabajaban en algunas ocasiones tanto tiempo, que no se veían la cara hasta pasados dos días, en ocasiones aún más tiempo.
Todo era felicidad por aquellos días, y Marcelito formaba parte de una familia que había estado destinada a perderlo de la peor manera en que los padres pueden perder a un hijo.
El veinte de marzo, un automóvil cruzó la calle por la que habitualmente conducía Marcela -de allí el nombre del pequeño-, de regreso a su casa desde la escuela, todos los días. Parece irrisorio que su esposo siendo policía y tendiendo en cuenta lo que había ocurrido, no le advirtiera que cambiase el camino diariamente, o que esté más alerta camino a casa, ya que estaba en peligro de cualquier ataque inminente e inesperado. La custodia estaba frente a su casa, y cumplían muy bien aquella labor. Pero Marcela no quería que la acompañasen hasta el colegio a buscar al pequeño, se sentía presionada bajo esas circunstancias.
La embestida que realizaron aquellos enviados por Boyle fue violenta, dos hombres encapuchados bajaron del automóvil negro moviéndose con suma rapidez y portando armas largas. Uno de ellos hizo un disparo de advertencia, con el objetivo de amedrentarla, el proyectil impactó al lado del parante del conductor y siguió su trayectoria saliendo por el guardabarros trasero del auto que manejaba, fue la suerte la que impidió que no matara a nadie aquel plomo. Todo el mundo se tiró al piso, algunos escapaban corriendo del lugar, otros se cubrían detrás de algún auto estacionado en la acera de enfrente. Ella se paralizó, inconscientemente tal vez, un llanto irrumpió deliberadamente en su pálido rostro; mecánicamente comenzó a pedir auxilio. Su hijito que estaba en el asiento trasero detrás de ella fue arrancado con tanta violencia de aquel auto que comenzó a llorar tan fuerte, de modo que las personas que estaban volviendo del colegio escucharon aquellos horribles llantos. Ella clamó, pidió por favor que lo dejaran en paz, que se la llevasen consigo pero que no tocasen a su hijo. Suplicó a aquellos animales, pero era inevitable, el designio ya estaba prefijado desde que su esposo había roto el pacto  firmado con Boyle, y aquí en este mundo y con estas personas, el precio a pagar es muy alto cuando no se cumple lo pactado.
Uno de los tipos metió en el auto al pequeño Marcelo, la mujer saltó de su butaca hacia el exterior y quiso aferrarse con todas sus fuerzas al otro que estaba por subirse en aquel inminente escape. –¡Andate de acá, dejá de gritar hija de puta!, (dijo con rabia);  Pero era más fuerte el amor de esa madre que sabía que estaba perdiendo parte de su vida. Se aferraba con tanta fuerza a aquel tipo que  la uña de su dedo meñique se arrancó. El otro al ver que no podía soltarse de la mujer hizo lo que en estos casos  debe hacerse, es decir para gente como esta, sin escrúpulos. Claro que no quiso utilizar el fusil. Extrajo de la funda que tenía en su muslo derecho una pistola y amenazó a indefensa mujer. Ella nunca lo dejó de agarrar, hasta el último instante se aferró con todas sus fuerzas al igual que el moribundo lo hace para permanecer un segundo más con vida en este mundo.
La detonación fue lo suficientemente fuerte como para espantar a  los pájaros que estaban en silencio en la vereda. El impacto destrozó la mandíbula de la madre. Cayó al piso todavía viva con la mirada dirigida hacia su pequeño hijo que ya se perdía dentro del automóvil donde estaba siendo raptado. Un segundo después falleció bajo la mirada de los que antes no habían podido hacer nada para evitar aquella tragedia.




2 comments:

Despedida

Cuando pensó que llegaría a destino, faltando pocos metros para cruzar el obscuro camino que la llevaría de nuevo a su casa, una mujer se in...