Capítulo 5
Mayer
luego de esperar el tiempo que el laboratorio demandó para hacer el examen de
la sustancia de la jeringa, tuvo el informe en sus manos. Aquel líquido color violáceo
era una novedosa fórmula que el bioquímico del laboratorio judicial definió
como:
¨Una droga de diseño, un barbitúrico altamente
sofisticado en cuanto a su estructura molecular, debido a la alteración de una
amina proveniente de la manipulación estructural del amoníaco, agregado a una
sustancia alucinógena, por lo tanto la combinación de las estructuras
moleculares dan como resultado un barbitúrico alucinógeno, que en cantidades
como las extraídas de la muestra llegan a ser letales¨.
Mayer sintió
que la situación a la cual se estaba exponiendo ante esta nueva droga era algo
que desconocía y decidió que por el momento no haría la denuncia
correspondiente al departamento de narcóticos. Tenía que averiguar quién era el
que le había proveído de aquella sustancia a la chica y por qué llevaba en su
cartera, una dosis letal. No tardó demasiado en arribar a la conclusión de que había
dos posibilidades, la primera, compartirla con la otra mujer muerta, la
segunda, matar con la dosis a la mujer, a Sofía Jackobson.
Levantó
el tubo y se comunicó con un compañero que había trabajado con él hacia unos
cinco años atrás y que ahora pertenecía a la U.A.N (Unidad Anti-Narcóticos) de la ciudad de Pino
Blanco. Acordaron encontrarse el jueves de esa semana para que le mostrase el análisis
del laboratorio y para que lo ayudara a entender algo sobre este nuevo
barbitúrico. Desconocido.
Eduardo
Rodríguez ni bien escuchó la descripción que le hizo Mayer sobre los pormenores
del análisis, le dijo contundentemente: Se trata de un barbitúrico que se
extendió como una plaga por la zona este, una novedosa droga de diseño que se distribuía
dentro de un grupo selecto de personas, por lo general universitarios y amigos
muy allegados a éstos, entre los cuales también se encontraban profesores.
Mayer
luego de saludarlo y convenir el lugar y horario de su encuentro con Rodríguez,
comenzó a pensar la forma de descubrir por qué esa jeringa estaba en poder de
Eugenia Slovsky y la persona que tenía al alcance de la mano era Amanda.
–Vuelvo en una hora, tengo que hacer una diligencia- (le dijo a su asistente).
Salió de la jefatura y se montó en su camioneta rumbo a la casa de Amanda. Lo
que no había descubierto aún era que el apellido de la difunta era homónimo al
de la persona que iría a interrogar. Eso se develaría mucho después, en
circunstancias poco fortuitas. Los veinte minutos que tardó en arribar a la
casa los utilizó para elaborar una estrategia sutil, para poder sacar cualquier
indicio que le diera un dato certero del por qué.
-¡Buenas tardes, necesitaría
conversar con la señora Amanda por favor!. (En el porche de la vieja casona).
-Me imagino que la
charla estará relacionada con la muerte de mi prima.
-No precisamente, y
por cierto lamento lo de tu prima, por lo tanto estimo que debés ser el hijo de
Amanda. Vengo por la otra persona, por Eugenia.
-Ahhh, ¡poco la he
conocido!.
-El problema es que
no he venido a hablar con vos sobre ella, sino con tu madre, ¿te importaría
avisarle que el teniente Mayer está aquí?.
-¡Discúlpeme, pase
por favor, enseguida llamaré a mi madre!.
-Gracias.
Mayer
entró a la vieja casa que por dentro estaba decorada con un estilo victoriano
impecablemente perpetrado en el tiempo y fue invitado por Ernesto a esperar a
su madre en el living de la casa. Le invitó algo para tomar pero el sargento no
estuvo de acuerdo con la idea. Ernesto subió las escaleras y desapareció por
uno de los pasillos que conducía a las habitaciones superiores. Mayer de pronto
se puso de pie para contemplar las fotografías que estaban enmarcadas en unos
cuadros en las paredes que daban a la chimenea, en casi todas Amanda y Ernesto aparecían
juntos, sólo una de ellas tenía una fotografía en la que Amanda aparecía junto
a una persona, un hombre que no era Ernesto, lo intrigó aquella imagen, por el
hecho de que Amanda estaba abrazada a aquel hombre en un parque y estaba besándole
la mejilla. Según su ojo experto, el acto del beso era una simple pose para la
foto, se notaba en la cara de la mujer que no había amor en aquel beso, por lo
tanto en una conclusión apresurada, pero errónea, pensó que tal vez se tratase de algún amigo o
pariente cercano, no de una pareja de Amanda, mucho menos…del que había sido su
esposo.
-Señor Mayer, ¡es
un gusto recibirlo en mi casa, sea usted bienvenido!.
-Gracias señora, la
verdad es que es una casa hermosa, el mobiliario parece ser muy antiguo y al
mismo tiempo el estilo da la simple impresión de que no ha pasado de moda, es
impecable, la felicito.
-¡Gracias!. Esta
casa ha sido de mi madre, fue construida a finales de los años ochenta, quiero
decir en el siglo diecinueve, en realidad le perteneció primero a mi abuela. El
estilo es victoriano, ellos, mis abuelos, eran europeos y por aquellos lugares la Reina Victoria había impuesto
como moda su estilo, por lo tanto ellos al haber emigrado de Inglaterra, trajeron
consigo sus costumbres. Me alegra que le agrade.
-Es fascinante,
nunca antes había entrado en una casa en esta zona con este tipo de muebles, y
con este refinado estilo, y le puedo asegurar que he roto una cantidad
importante de puertas en cumplimiento de mi deber.
-No lo dudo
detective. Entonces, ¿a qué debo su visita?.
-En primer lugar,
como usted entenderá soy una persona digamos…observadora y me he dado cuenta
que en aquella pared donde hay una serie de cuadros colgados, aparece usted
junto a su hijo en la mayoría, excepto por uno donde está abrazada a un hombre,
puedo preguntar ¿quién es?, ya que me intriga el hecho de verlos en una
posición ridícula, perdón por mi expresión, pero la encuentro vacía.
-Esa persona que
está junto a mí en aquel cuadro no es ni más ni menos que mi esposo señor
Mayer.
-Se nota a simple
vista que usted no lo amaba, y discúlpeme si estoy equivocado. (Lo dijo con
cierta calma).
-¿Y usted cómo
puede sacar una conclusión tan determinante por el solo hecho de observar una
imagen detenida un segundo en el tiempo, porque qué es una fotografía sino una
caja que detiene el tiempo eternamente, como un reloj que se ha quedado sin
cuerda señor. El que esté en aquella posición dándole un beso en la mejilla no
implica que no le haya amado, ¡es impertinente su comentario!.
-¡Por favor discúlpeme!,
no quise herir sus sentimientos, a veces hasta el detective más avezado se
equivoca.
-No tiene que
disculparse, usted no conoció a mi marido por lo tanto no ha herido en absoluto
mi susceptibilidad. Entonces, aclarado el tema de la fotografía, dígame, cuál es
el motivo que lo ha traído hasta mi casa.
-Voy a ser sincero
con usted. Eugenia Slovsky la chica que acompañaba a su sobrina tenía en su
poder una jeringa con una sustancia ilegal, un barbitúrico altamente tóxico y
adictivo, y la dosis que contenía dicha jeringa era letal para una sola persona
y puedo asegurarle que lo era también para dos, entonces mientas venía para
aquí desde la estación de policía, pensé: vamos hombre, tengo que descartar la
primera posibilidad.
-¿Y cuál es o era
esa primera posibilidad señor?.
-La de que la
jeringa que contenía la droga era para compartir entre ambas, entonces
desechada dicha posibilidad entró en juego la segunda posibilidad y
sorprendentemente para mi, ésta es la que menos me hubiese imaginado, en
realidad la tomé en cuenta pero en un principio no la contemplé como lo hice
camino aquí, y esa posibilidad es la ecuación que da como resultado la muerte
de su sobrina; Quiero decir que Eugenia llevaba consigo la jeringa para
administrarle a Sofía una dosis letal del barbitúrico. Ahora la gran incógnita
que quiero develar es por qué.
-(Encendiendo un
cigarrillo, tratando de no mostrar signo alguno de nerviosismo). Detective, si
usted sacó una conclusión errónea en una primera instancia cuando entró en esta
casa mirando aquella foto, quién me da la certeza de que esta conclusión a la
que ha arribado también es equívoca.
-No señora, puedo
equivocarme una vez, dos veces no me equivoco.
Tengo una
curiosidad. El otro día que la ví en la estación de policía, cuando vino a
reconocer a su sobrina usted venía muy bien vestida, esta casa que por fuera
parece en ruinas y por dentro es un palacio anacrónico traído desde otra parte
del mundo, y el automóvil que está estacionado en la entrada de la casa me
hacen pensar que usted debe tener un buen trabajo o que al menos debe haber
heredado una suerte de pequeña fortuna para llevar la vida que lleva señora,
discúlpeme si me equivoco, pero me temo que no es así.
-Señor Mayer, esta
casa, mi auto y todas mis pertenencias me las he ganado honestamente gracias al
negocio que mi esposo me ha dejado y al que le agradezco el buen pasar económico
que tanto yo como mi hijo vivimos pero no ostentamos.
-Será tan amable de
decirme cuál es ese negocio señora que no puedo llegar a imaginar.
-¡Claro, no tengo
nada que esconder!. Es una venta de repuestos de automotores, está en la ruta
principal entre los dos pueblos, seguramente en alguno de sus viajes lo debe
haber visto.
-No lo puedo creer,
¿no me diga que usted es la dueña del negocio de autopartes de la carretera 25?.
-Si señor Mayer,
ese negocio es el que mi esposo, el mismo que usted ve en aquella fotografía
nos dejó a Ernesto y a mí para que podamos vivir sin inconvenientes.
-Otra pregunta.
¿Qué le sucedió a su esposo?.
-Cáncer Terminal en
los huesos, primero se lo detectaron en el cerebro y luego la maldita metástasis
llegó hasta sus huesos y en tres meses se lo llevó.
-Lo lamento mucho,
¿hace cuanto fue esto?.
-Dos años se cumplirán
el mes que viene.
-Claro, seguramente
debe haber registros en el hospital. Dígame señora y para terminar con esta
charla que bajo ningún motivo es un interrogatorio, por favor no tome este
encuentro de esa manera, ¿Cuál era el apellido de su esposo?.
-Austin. Víctor,
ese era su nombre y apellido.
-Señora, la
felicito por su casa, seguramente que nos volveremos a encontrar, necesito
saber qué es lo que le sucedió a su sobrina y a la otra chica, que como le he
dicho, tenía en su poder una sustancia sumamente peligrosa, así que muchas
gracias por haberme recibido. Hasta pronto.
-Puede contar
conmigo para lo que sea necesario señor Mayer, si llego a enterarme de alguna
cosa que sea relevante me pondré en contacto de inmediato con usted.
-Creo que estudiaré
la posibilidad de tener un encuentro con su hijo, tal vez él sepa algún detalle
que usted desconozca.
-Preferiría que
dejemos a mi hijo fuera de esta situación, bastante perturbado está por la
muerte de su prima.
-Me temo que deberé
insistir (en tono irónico).
-Bien, cuando esté
repuesto y en condiciones no tendré ninguna objeción en que le haga las
preguntas que crea necesarias, cualquier cosa por aclarar este horrible
incidente.
-Muy bien, hemos
terminado con nuestra charla, que tenga buen día señora.
El
teniente Mayer había salido de la casa ya, pero en el instante en que estaba
bajando las escaleras volvió nuevamente a tocar el timbre.
-¿Se le olvidó algo
teniente?.
-Me intriga saber
cuál es su apellido de soltera.
-Amanda Bromsky.
-Amanda Austin de
casada, ¿cierto?.
-Usted lo ha dicho.
-Gracias.
-Hasta pronto
Mayer.
Mayer se
fue de la casa. De ninguna manera creyó algo de lo que le había dicho Amanda.
En primer lugar tendría que investigar por su cuenta el verdadero apellido de Víctor
el ex marido de la mujer, y cuáles fueron las circunstancias de su muerte. No había
nada bueno en aquella mujer, lo había intuido desde el momento en que la conoció
por primera vez en la morgue.
Apartado 1
El teléfono
satelital sonó nuevamente dentro del bolso de Amanda. Boyle se puso en contacto
inmediatamente, el químico estaba listo para comenzar con la tarea, la
distribución de los barbitúricos debía comenzar hoy mismo, necesitaban
recuperar el tiempo y el dinero que todo este movimiento en el tablero les había
hecho perder, y por último, Amanda debía ponerse en contacto urgente con la
gente de Praga, había que lubricar ese engranaje para que los barbitúricos
llegasen a Europa lo más pronto posible.
Amanda intuía
todo esto, sabía que no podían perder el tiempo en estupideces, pero ahora este
pequeño escollo en el camino que inesperadamente entró por el accidente de
Sofía y Eugenia, podría llegar a ser un gran problema, ahora no había tiempo
para pensar mucho en ello, el negocio estaba primero en el sistema de
prioridades. Tal vez el investigador corra con la suerte de dejar el caso en
vano, esto sería lo mejor que le pudiese ocurrir, pero la posibilidad de que
algo la una a ella con el accidente o que descubriese que su ex esposo no se
llamaba Austin sino Slovsky y que su muerte ocurrió en la casa, eventualmente llegaría
a ser algo con lo que tendría que lidiar y bastante. Por el momento dejaría que
Mayer haga su trabajo y el tiempo decidiría por él; Porque el tiempo todo lo
decide, hasta la vida y la muerte forman parte de su círculo abismal.
Al cabo
de media hora llegó al depósito. Los dos empleados que atendían el negocio de
los repuestos habían abierto como de costumbre. Ella le diría a Boyle que los
dos hombres eran de su confianza absoluta, y debería seguir siendo así.
El auto
de Boyle estaba en la puerta lateral, otro auto negro estaba detrás con tres
ocupantes en el interior. Amanda estaba sola, como siempre bien vestida. Bajó
del automóvil y lo mismo hizo Boyle con el químico, del auto que estaba detrás
de ellos bajaron dos hombres, el conductor se quedó en su lugar. Los dos tipos
que tenían anteojos oscuros, de pelo corto y vestidos con ropa sport, eran
parte del séquito de matones a sueldo de Boyle, personas que no tenían
escrúpulo alguno, asesinos a sueldo que oficiaban de guardaespaldas y que en
aquel momento servían para intimidar a Amanda, ese era el fin por el cual Boyle
los había llevado, para hacerle entender a Amanda quien era ahora el que
mandaba en el negocio.
-No era necesario
el despliegue de tanto circo, estos monos que trajiste son dos payasos.
-Payasos o no, son
parte de la gente que está bajo mi responsabilidad, y la de ellos es cuidarme y
cuidar al químico, no hablan a menos que
se lo pida, no responden a menos que les indique que lo hagan, y por
supuesto…matan cuando es necesario hacerlo, y eso, también lo decido yo. Así
que señora no se preocupe por ellos, haga su trabajo y todo estará bien para
ambos, no quiero llegar al límite de tener que utilizar a los payasos, no sería
algo bueno para nadie.
-No me intimida
Boyle, si yo vine sola es porque confió en su palabra, si quiere que esto sea
un despliegue de basura, hagamos que a partir de hoy todo se convierta en un
circo, yo también tengo a mi gente de confianza que mueve y articula sus
músculos no por conciencia propia, porque no la tiene, sino porque la mía es la
que da la orden de hacerlo.
-Muy bien, le creo,
y fue una falta de respeto de mi parte, pero uno de ellos con el conductor, estará
fuera siempre de este lugar para cuidar el depósito y al químico, por lo tanto deberá
acostumbrarse a ello.
-Cuando al negocio
lo llevábamos adelante con Slovsky, no era necesario que nadie cuide al químico,
nadie estaba aquí salvo las personas que eran necesarias, esto no hará más que
levantar sospechas, y creo que eso no le haría bien a nadie, ¿no le parece que
un auto negro con dos tipos adentro levantarían sospechas en este pequeño
barrio donde la gente se conoce desde hace un largo tiempo?.
-¿Y entonces qué
hago, dejo solo al único hombre que nos hará ganar dinero?.
-Lo que digo es que
si quiere que el químico esté custodiado por gente de su confianza, la gente se
quede dentro del depósito y que afuera no haya ningún auto que pueda parecer
sospechoso.
-Muy bien, lo
haremos a su manera, tiene razón, por primera vez una decisión acertada fue
tomada por usted, ha sumado un punto.
-Quiero que algo
quede claro. Que usted sea el que tiene el químico que sintetice el
barbitúrico, no lo hace dueño del negocio, un paso en falso que usted dé en
cualquier momento, podría desencadenar un efecto colateral indeseable. No sé si
fui clara. No soy su empleada, y no crea que soy estúpida, no me subestime, no
quiero que en el momento menos indicado una bala le reviente el cráneo, no
lleguemos a ese extremo.
-Usted ha sido muy
mal educada por parte de Slovsky, pero eso se arreglará con el tiempo, veo que
tiene unos buenos ovarios bien puestos, así que entonces, entremos, que el químico
se instale, que empiece con la producción, y la distribución comenzará hoy
mismo a los centros neurálgicos, necesito que se ponga en contacto con la gente
de Praga, todo marchará según lo previsto.
Después
de las palabras de Amanda Boyle tuvo que bajar el tono de su soberbia, aquella
mujer tenía el valor suficiente para enfrentarlo y quedó demostrado luego de la
charla que mantuvieron.
Entraron
al depósito junto con el nuevo químico y los dos gorilas que oficiarían –al
menos hoy- de custodios. ¿Era una casualidad que los dos químicos que a partir
de ahora serían los más importantes dentro de la empresa fuesen Ucranianos, o
solo era una treta que el destino había puesto frente a Amanda en esta
situación?. Boyle le presentó a Amanda al nuevo encargado de llevar adelante el
laboratorio, sus primeras palabras fueron pronunciar su nombre. Yuri Tirianov.
-¿Acaso es usted
Ucraniano por casualidad o esto es una broma del destino?. (Preguntó al hombre
Amanda sarcásticamente).
-No señora usted no
se ha equivocado, mi país de origen es Ucrania, pero he venido aquí hace más de
veinte años.
-Muy bien lo
felicito, la persona que ideó todo este sistema sofisticado de sintetización también
era de Ucrania.
-Lo conocí muy bien
señora, no se preocupe en ahondar en detalles, sé quién fue y lo que significó
para nuestro país, en aquel entonces bajo la mirada puesta de la gran Unión Soviética.
Amanda
no podía creerlo, tal vez este hombre había sido uno de los químicos que logró
sobrevivir y que estuvo bajo el mando de Slovsky dentro de la central nuclear.
No quiso preguntar más y dejó que aquel hombre se familiarizara con el
laboratorio.
En la
oficina que poseía Amanda, Boyle empezó a hablar sobre cómo debían manejarse
desde ahora.
-Esta es su oficina
y siempre lo será, si Víctor pudo hacer que esto funcionase como lo hizo fue
gracias a usted, gracias a su inteligencia y perseverancia, por lo tanto usted será
la cabeza de esto como siempre lo ha sido.
-No tiene que
elogiarme Boyle, sé muy bien lo que fui y lo que seré para el negocio,
igualmente agradezco sus palabras, más allá de que tengamos algunas
diferencias, a partir de este momento tenemos que trabajar juntos, unir
nuestras habilidades y expandir nuestro negocio. Hoy mismo a la tarde me pondré
en contacto con la persona en Praga y a la noche usted estará al tanto de cómo
irá el rumbo en aquellos lugares, descuide, tendremos éxito.
-No lo dudo, así será
y en el caso que tengamos que ir a aquellos remotos lugares, usted será la
encargada de hacerlo, y si me permite tengo una persona, -una mujer joven-, que
es de mi absoluta confianza para que sea su asistente personal, la acompañará
donde usted quiera y cuando sea necesario, estará subordinada a sus directrices
en todo momento, claro, si no se ofende.
-No por supuesto,
necesito alguien de confianza, pero no puedo enseñarle a una persona al mismo
tiempo que estamos trabajando, tiene que conocer el negocio.
-Eso no será
necesario, fue mi asistente personal y conoce el negocio prácticamente desde
que comencé en él. Es muy eficiente con su trabajo, ya lo verá usted misma con
sus propios ojos.
Estuvieron
conversando con Amanda una hora sobre los temas relacionados a la distribución
de la mercancía que se había producido y que estaba almacenada sin distribuir,
esa misma tarde todo saldría de allí, Boyle como siempre se encargaría del
transporte y la distribución; luego de dejar todos los puntos en claro sobre la
situación en la que se encontraba el negocio actualmente bajaron para discutir
algunos detalles con el químico que ya estaba sintetizando una nueva partida de
comprimidos. El poco tiempo que había pasado entre que llegaron y se fueron le vastó
para reconocer cada uno de los equipos que Slovsky le había proporcionado a su químico
de confianza, aquello lo conocía muy bien, Slovsky como bien lo había intuido
Amanda había sido su compañero en la central nuclear de Chernobyl, él era un
sobreviviente más de aquella tragedia que debió refugiarse en el extranjero. La
maquinaria siniestra de fabricación de barbitúricos con un oscuro pasado
nuevamente sobre sus espaldas estaba otra vez en marcha.