Capítulo 8. La muerte de Amanda.


















                        TORAMINE




Amanda balbuceó unas palabras más pero nadie contestó del otro lado. Arrojó con todas las fuerzas que le quedaban el radio contra una de las paredes de la habitación. Como pudo y con las últimas fuerzas que le quedaban se incorporó, se sacó su abrigo y se lo colocó a la muñeca. –Para que ya no sufras más el frío mortecino de este lugar, a partir de ahora estarás abrigada en tu cama. (Dijo como lo haría una madre con su hija). Despacio y arrastrando los pies se dirigió hacia la habitación donde estaba el cadáver de aquel hombre dializado que eternamente miraba la puerta esperando a que alguien viniese a buscarlo. Entró en la habitación sosteniéndose de donde podía y como podía. –Volví, aquí estoy para hacerte compañía, ¿ves que no te he abandonado?. Amanda con las ultimas fuerzas que le quedaban se acercó a la cama, en una convulsión espontánea tosió sangre, y nuevamente vomitó. Lentamente se subió a la cama al lado de aquel hombre y se recostó junto a él. Acarició nuevamente su pelo como lo había hecho el día anterior, pensó en Ernesto. Una lágrima se deslizó por su mejilla, quedó boca arriba agarrando la mano de un hombre que no conocía, que había muerto hacía quién sabe cuanto tiempo, la escena se asemejaba al amor perfecto, a la pareja donde ambos deciden morir juntos tomados de la mano. Amanda quedó mirando el cielo, buscando tal vez alguna respuesta, exhaló su último aliento. A partir de ese momento aquel hombre tampoco se sentiría solo, ahora a su lado había una compañera anónima, desconocida que le haría compañía para siempre.

Camino hacia el abismo

Capítulo 8 (abstract)






















Sea cual fuere el impulso que la empujó a entrar en la habitación, fue lo suficientemente fuerte como para que tomara el valor necesario para hacerlo. No podía quitar la mirada de aquel cadáver con la vista dirigida hacia la puerta. Tomó una silla que estaba en un rincón de la habitación y se sentó junto a la camilla.
-No sé quien sos o quién fuiste, acá estamos los dos solos, en este horrible lugar, vos no podés escapar, y creo que hace mucho tiempo que tus ojos vieron pasar noches y días desde que pasó lo que fue inevitable, tal vez te abandonaron porque estabas conectado a esa maquina. ¿Cuál es tu nombre?. Sergei, Yuri, Víctor. ¡Ya no importa!. Mi nombre es Amanda, no soy de aquí, no pertenezco aquí, pero estuve casada con un hombre que perteneció a este lugar, y lamento lo que sucedió, y en nombre de él que fue uno de los responsables de esta terrible tragedia te pido perdón. ¿Podemos ser amigos?. Si, creo que si. La soledad no es buena, no imagino cuantos años tenés, yo tengo cuarenta y cinco y tengo un hijo que se llama Ernesto. Vivo muy lejos de aquí. Tengo un gran negocio, que mi marido me ayudó a llevar adelante, ¡era un químico, un gran químico!. A veces me avergüenza confesarlo delante de extraños, pero el negocio es de drogas, y el medicamento que inventamos, que ideamos se llama Toramine, tal vez no entiendas lo que te digo o no comprendas de lo que te estoy hablando, tampoco importa. Te prometo que hoy  la noche la pasaré contigo, me quedaré aquí, estando juntos, me siento más segura.
En la habitación donde estaba aquel hombre sólo había una cama. Amanda estaba volviéndose loca, la pastilla de Toramine que había ingerido estaba causando efectos alucinógenos en su mente. Dejó la valija en aquel cuarto y empezó a deambular por los pasillos del hospital en busca de otra habitación donde pudiese pasar la noche. Al final del pasillo había una puerta doble, sobre la misma un cartel indicaba algo itelegible, aun el sol alumbraba sobre las ventanas en aquella tarde en la ciudad fantasma. Cuando estuvo frente a la puerta titubeó antes de abrirla, su mente no estaba jugándole una buena pasada y tenía miedo de lo que podría encontrar del otro lado; Por un momento juntó valor y empujó una de las puertas. Un salón grande se dejó ver, al parecer se habría tratado de una sala de interacción para chicos, una sala pediátrica donde las camas estaban juntas, unas en frente a las otras sumando una cantidad de al menos veinte, diez de cada lado. Cada uno de los colchones había sido removido, saqueado quién sabe por quien y cuando. Sobre una de las camas había una muñeca abandonada, dejada a la buena suerte de su destino, había recibido tanta radiación que había muerto con los ojos abiertos, su vestido estaba corroído, sus manos también abiertas y el pelo medio despeinado completaban aquella pequeña personita que en el pasado fue la amiga de alguna niña internada allí. Cuando Amanda la vio, una congoja sacudió su corazón, ver aquella pequeña e indefensa muñeca le recordó su infancia. Lentamente se acercó a ella, sin hacer mucho ruido, tratando de que no percibiese que ella se encontraba allí y que se acercaba despacio, porque desde la puerta parecía estar dormida. Cuando llegó a la cama donde se encontraba, se paró a los pies de ella y la contempló como quien mira el cielo buscando respuestas. La saludó con su mano izquierda y al mismo tiempo le sonrió, le mencionó su nombre, le dijo que ya no estaría sola, que había encontrado un amigo que la estaba esperando en otra de las habitaciones pero que no se podía mover. La vio pequeña e indefensa; El sol estaba cayendo y la luz se apagaba sobre la maldita ciudad perdida en el tiempo, era hora de tomar la decisión, se quedaría a su lado porque era la más indefensa de sus dos nuevos amigos. No me iré de aquí por esta noche, dijo con una sonrisa en la boca mientras tosía secamente. Hoy me recostaré en esta cama de aquí al lado, estaré contigo toda la noche, nos haremos compañía mutuamente, ya no estaremos solas.

Amanda se tomó cinco minutos para comentarle su decisión a su primer amigo; se alegró de que éste no se opusiera a su elección y lo despidió hasta mañana. Le acarició el cabello, que era poco sobre su piel seca y lo dejó para que descanse tranquilo. Volvió al lado de su pequeña amiga, ya no quedaba casi luz que alumbrara el gran salón donde se encontraban las camillas. Aquí estoy de nuevo dijo con una nueva sonrisa en sus labios. Extendió su abrigo sobre el corroído elástico de la cama contigua y se recostó mirando a su pequeña nueva amiga. Aquella, inmutable continuaba con sus ojos abiertos mirando el techo. Amanda extendió su brazo izquierdo y tomó la mano de aquella muñeca muerta, con su mano derecha sostenía la linterna. La noche se cerró por completo, un día mas había pasado en Pripyat, una noche más quedaba por delante, pero no estaba sola, no se sentía sola, ahora dos amigos nuevos le harían compañía y ya no sentiría los ruidos extraños de fantasmas del pasado, o de puertas que quien sabe eran abiertas por la noche por entidades desconocidas. Amanda luego de una hora de hablarle a su amiga se durmió por primera vez en dos noches, una sonrisa en su boca seca y pastosa se dibujó en sus labios. La radiación estaba haciendo el peor de los trabajos en su cuerpo. No resistiría un día mas en aquellas condiciones, pero eso ya no importaba, ya no se sentía sola como en el primer día. Sólo faltaba uno para que la viniesen a buscar, esa idea era la que la mantenía con vida, aunque muriese dentro de un mes, no tenía caso pensar en ello ahora. La luz de esperanza que era el motor de su supervivencia era saber que en un día más ya no estaría allí, y que ella la gran Amanda habría vencido al fantasma de Chernobyl, eso, la hacía mucho más grande que al propio Slovsky, eso la ponía orgullosa.

                                                                                                    Martín Ramos

Camino hacia el abismo





Capítulo 7 (extracto)


Toramine


En los años que se dedicó a la sintetización de barbitúricos, Slovsky pudo amasar una fortuna de casi quince millones de dólares, gracias a su contador (otra de las personas de confianza de la que estaba rodeado), pudo distribuir esa fortuna en diferentes cuentas en el exterior, principalmente en Suiza y en la capital de la Republica Checa, Praga, donde había viajado muchísimas veces junto a aquella mujer que nunca lo amó, junto a aquella extraña que estaba a su lado por conveniencia, por un matrimonio arreglado de antemano para sostener las apariencias de fortaleza, de homogeneidad corporativa en un negocio peligroso.


                                                                                                           Martín Ramos




                                                       
                                                                  Toramine

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Capítulo 5


Mayer luego de esperar el tiempo que el laboratorio demandó para hacer el examen de la sustancia de la jeringa, tuvo el informe en sus manos. Aquel líquido color violáceo era una novedosa fórmula que el bioquímico del laboratorio judicial definió como:
¨Una droga de diseño, un barbitúrico altamente sofisticado en cuanto a su estructura molecular, debido a la alteración de una amina proveniente de la manipulación estructural del amoníaco, agregado a una sustancia alucinógena, por lo tanto la combinación de las estructuras moleculares dan como resultado un barbitúrico alucinógeno, que en cantidades como las extraídas de la muestra llegan a ser letales¨.
Mayer sintió que la situación a la cual se estaba exponiendo ante esta nueva droga era algo que desconocía y decidió que por el momento no haría la denuncia correspondiente al departamento de narcóticos. Tenía que averiguar quién era el que le había proveído de aquella sustancia a la chica y por qué llevaba en su cartera, una dosis letal. No tardó demasiado en arribar a la conclusión de que había dos posibilidades, la primera, compartirla con la otra mujer muerta, la segunda, matar con la dosis a la mujer, a Sofía Jackobson.
Levantó el tubo y se comunicó con un compañero que había trabajado con él hacia unos cinco años atrás y que ahora pertenecía a la U.A.N (Unidad Anti-Narcóticos) de la ciudad de Pino Blanco. Acordaron encontrarse el jueves de esa semana para que le mostrase el análisis del laboratorio y para que lo ayudara a entender algo sobre este nuevo barbitúrico. Desconocido.
Eduardo Rodríguez ni bien escuchó la descripción que le hizo Mayer sobre los pormenores del análisis, le dijo contundentemente: Se trata de un barbitúrico que se extendió como una plaga por la zona este, una novedosa droga de diseño que se distribuía dentro de un grupo selecto de personas, por lo general universitarios y amigos muy allegados a éstos, entre los cuales también se encontraban profesores.
Mayer luego de saludarlo y convenir el lugar y horario de su encuentro con Rodríguez, comenzó a pensar la forma de descubrir por qué esa jeringa estaba en poder de Eugenia Slovsky y la persona que tenía al alcance de la mano era Amanda. –Vuelvo en una hora, tengo que hacer una diligencia- (le dijo a su asistente). Salió de la jefatura y se montó en su camioneta rumbo a la casa de Amanda. Lo que no había descubierto aún era que el apellido de la difunta era homónimo al de la persona que iría a interrogar. Eso se develaría mucho después, en circunstancias poco fortuitas. Los veinte minutos que tardó en arribar a la casa los utilizó para elaborar una estrategia sutil, para poder sacar cualquier indicio que le diera un dato certero del por qué.
-¡Buenas tardes, necesitaría conversar con la señora Amanda por favor!. (En el porche de la vieja casona).
-Me imagino que la charla estará relacionada con la muerte de mi prima.
-No precisamente, y por cierto lamento lo de tu prima, por lo tanto estimo que debés ser el hijo de Amanda. Vengo por la otra persona, por Eugenia.
-Ahhh, ¡poco la he conocido!.
-El problema es que no he venido a hablar con vos sobre ella, sino con tu madre, ¿te importaría avisarle que el teniente Mayer está aquí?.
-¡Discúlpeme, pase por favor, enseguida llamaré a mi madre!.
-Gracias.
Mayer entró a la vieja casa que por dentro estaba decorada con un estilo victoriano impecablemente perpetrado en el tiempo y fue invitado por Ernesto a esperar a su madre en el living de la casa. Le invitó algo para tomar pero el sargento no estuvo de acuerdo con la idea. Ernesto subió las escaleras y desapareció por uno de los pasillos que conducía a las habitaciones superiores. Mayer de pronto se puso de pie para contemplar las fotografías que estaban enmarcadas en unos cuadros en las paredes que daban a la chimenea, en casi todas Amanda y Ernesto aparecían juntos, sólo una de ellas tenía una fotografía en la que Amanda aparecía junto a una persona, un hombre que no era Ernesto, lo intrigó aquella imagen, por el hecho de que Amanda estaba abrazada a aquel hombre en un parque y estaba besándole la mejilla. Según su ojo experto, el acto del beso era una simple pose para la foto, se notaba en la cara de la mujer que no había amor en aquel beso, por lo tanto en una conclusión apresurada, pero errónea,  pensó que tal vez se tratase de algún amigo o pariente cercano, no de una pareja de Amanda, mucho menos…del que había sido su esposo.
-Señor Mayer, ¡es un gusto recibirlo en mi casa, sea usted bienvenido!.
-Gracias señora, la verdad es que es una casa hermosa, el mobiliario parece ser muy antiguo y al mismo tiempo el estilo da la simple impresión de que no ha pasado de moda, es impecable, la felicito.
-¡Gracias!. Esta casa ha sido de mi madre, fue construida a finales de los años ochenta, quiero decir en el siglo diecinueve, en realidad le perteneció primero a mi abuela. El estilo es victoriano, ellos, mis abuelos, eran europeos y por aquellos lugares la Reina Victoria había impuesto como moda su estilo, por lo tanto ellos al haber emigrado de Inglaterra, trajeron consigo sus costumbres. Me alegra que le agrade.
-Es fascinante, nunca antes había entrado en una casa en esta zona con este tipo de muebles, y con este refinado estilo, y le puedo asegurar que he roto una cantidad importante de puertas en cumplimiento de mi deber.
-No lo dudo detective. Entonces, ¿a qué debo su visita?.
-En primer lugar, como usted entenderá soy una persona digamos…observadora y me he dado cuenta que en aquella pared donde hay una serie de cuadros colgados, aparece usted junto a su hijo en la mayoría, excepto por uno donde está abrazada a un hombre, puedo preguntar ¿quién es?, ya que me intriga el hecho de verlos en una posición ridícula, perdón por mi expresión, pero la encuentro vacía.
-Esa persona que está junto a mí en aquel cuadro no es ni más ni menos que mi esposo señor Mayer.
-Se nota a simple vista que usted no lo amaba, y discúlpeme si estoy equivocado. (Lo dijo con cierta calma).
-¿Y usted cómo puede sacar una conclusión tan determinante por el solo hecho de observar una imagen detenida un segundo en el tiempo, porque qué es una fotografía sino una caja que detiene el tiempo eternamente, como un reloj que se ha quedado sin cuerda señor. El que esté en aquella posición dándole un beso en la mejilla no implica que no le haya amado, ¡es impertinente su comentario!.
-¡Por favor discúlpeme!, no quise herir sus sentimientos, a veces hasta el detective más avezado se equivoca.
-No tiene que disculparse, usted no conoció a mi marido por lo tanto no ha herido en absoluto mi susceptibilidad. Entonces, aclarado el tema de la fotografía, dígame, cuál es el motivo que lo ha traído hasta mi casa.
-Voy a ser sincero con usted. Eugenia Slovsky la chica que acompañaba a su sobrina tenía en su poder una jeringa con una sustancia ilegal, un barbitúrico altamente tóxico y adictivo, y la dosis que contenía dicha jeringa era letal para una sola persona y puedo asegurarle que lo era también para dos, entonces mientas venía para aquí desde la estación de policía, pensé: vamos hombre, tengo que descartar la primera posibilidad.
-¿Y cuál es o era esa primera posibilidad señor?.
-La de que la jeringa que contenía la droga era para compartir entre ambas, entonces desechada dicha posibilidad entró en juego la segunda posibilidad y sorprendentemente para mi, ésta es la que menos me hubiese imaginado, en realidad la tomé en cuenta pero en un principio no la contemplé como lo hice camino aquí, y esa posibilidad es la ecuación que da como resultado la muerte de su sobrina; Quiero decir que Eugenia llevaba consigo la jeringa para administrarle a Sofía una dosis letal del barbitúrico. Ahora la gran incógnita que quiero develar es por qué.
-(Encendiendo un cigarrillo, tratando de no mostrar signo alguno de nerviosismo). Detective, si usted sacó una conclusión errónea en una primera instancia cuando entró en esta casa mirando aquella foto, quién me da la certeza de que esta conclusión a la que ha arribado también es equívoca.
-No señora, puedo equivocarme una vez, dos veces no me equivoco.
Tengo una curiosidad. El otro día que la ví en la estación de policía, cuando vino a reconocer a su sobrina usted venía muy bien vestida, esta casa que por fuera parece en ruinas y por dentro es un palacio anacrónico traído desde otra parte del mundo, y el automóvil que está estacionado en la entrada de la casa me hacen pensar que usted debe tener un buen trabajo o que al menos debe haber heredado una suerte de pequeña fortuna para llevar la vida que lleva señora, discúlpeme si me equivoco, pero me temo que no es así.
-Señor Mayer, esta casa, mi auto y todas mis pertenencias me las he ganado honestamente gracias al negocio que mi esposo me ha dejado y al que le agradezco el buen pasar económico que tanto yo como mi hijo vivimos pero no ostentamos.
-Será tan amable de decirme cuál es ese negocio señora que no puedo llegar a imaginar.
-¡Claro, no tengo nada que esconder!. Es una venta de repuestos de automotores, está en la ruta principal entre los dos pueblos, seguramente en alguno de sus viajes lo debe haber visto.
-No lo puedo creer, ¿no me diga que usted es la dueña del negocio de autopartes de la carretera 25?.
-Si señor Mayer, ese negocio es el que mi esposo, el mismo que usted ve en aquella fotografía nos dejó a Ernesto y a mí para que podamos vivir sin inconvenientes.
-Otra pregunta. ¿Qué le sucedió a su esposo?.
-Cáncer Terminal en los huesos, primero se lo detectaron en el cerebro y luego la maldita metástasis llegó hasta sus huesos y en tres meses se lo llevó.
-Lo lamento mucho, ¿hace cuanto fue esto?.
-Dos años se cumplirán el mes que viene.
-Claro, seguramente debe haber registros en el hospital. Dígame señora y para terminar con esta charla que bajo ningún motivo es un interrogatorio, por favor no tome este encuentro de esa manera, ¿Cuál era el apellido de su esposo?.
-Austin. Víctor, ese era su nombre y apellido.
-Señora, la felicito por su casa, seguramente que nos volveremos a encontrar, necesito saber qué es lo que le sucedió a su sobrina y a la otra chica, que como le he dicho, tenía en su poder una sustancia sumamente peligrosa, así que muchas gracias por haberme recibido. Hasta pronto.
-Puede contar conmigo para lo que sea necesario señor Mayer, si llego a enterarme de alguna cosa que sea relevante me pondré en contacto de inmediato con usted.
-Creo que estudiaré la posibilidad de tener un encuentro con su hijo, tal vez él sepa algún detalle que usted desconozca.
-Preferiría que dejemos a mi hijo fuera de esta situación, bastante perturbado está por la muerte de su prima.
-Me temo que deberé insistir (en tono irónico).
-Bien, cuando esté repuesto y en condiciones no tendré ninguna objeción en que le haga las preguntas que crea necesarias, cualquier cosa por aclarar este horrible incidente.
-Muy bien, hemos terminado con nuestra charla, que tenga buen día señora.
El teniente Mayer había salido de la casa ya, pero en el instante en que estaba bajando las escaleras volvió nuevamente a tocar el timbre.
-¿Se le olvidó algo teniente?.
-Me intriga saber cuál es su apellido de soltera.
-Amanda Bromsky.
-Amanda Austin de casada, ¿cierto?.
-Usted lo ha dicho.
-Gracias.
-Hasta pronto Mayer.
Mayer se fue de la casa. De ninguna manera creyó algo de lo que le había dicho Amanda. En primer lugar tendría que investigar por su cuenta el verdadero apellido de Víctor el ex marido de la mujer, y cuáles fueron las circunstancias de su muerte. No había nada bueno en aquella mujer, lo había intuido desde el momento en que la conoció por primera vez en la morgue.













Apartado 1




El teléfono satelital sonó nuevamente dentro del bolso de Amanda. Boyle se puso en contacto inmediatamente, el químico estaba listo para comenzar con la tarea, la distribución de los barbitúricos debía comenzar hoy mismo, necesitaban recuperar el tiempo y el dinero que todo este movimiento en el tablero les había hecho perder, y por último, Amanda debía ponerse en contacto urgente con la gente de Praga, había que lubricar ese engranaje para que los barbitúricos llegasen a Europa lo más pronto posible.
Amanda intuía todo esto, sabía que no podían perder el tiempo en estupideces, pero ahora este pequeño escollo en el camino que inesperadamente entró por el accidente de Sofía y Eugenia, podría llegar a ser un gran problema, ahora no había tiempo para pensar mucho en ello, el negocio estaba primero en el sistema de prioridades. Tal vez el investigador corra con la suerte de dejar el caso en vano, esto sería lo mejor que le pudiese ocurrir, pero la posibilidad de que algo la una a ella con el accidente o que descubriese que su ex esposo no se llamaba Austin sino Slovsky y que su muerte ocurrió en la casa, eventualmente llegaría a ser algo con lo que tendría que lidiar y bastante. Por el momento dejaría que Mayer haga su trabajo y el tiempo decidiría por él; Porque el tiempo todo lo decide, hasta la vida y la muerte forman parte de su círculo abismal.
Al cabo de media hora llegó al depósito. Los dos empleados que atendían el negocio de los repuestos habían abierto como de costumbre. Ella le diría a Boyle que los dos hombres eran de su confianza absoluta, y debería seguir siendo así.
El auto de Boyle estaba en la puerta lateral, otro auto negro estaba detrás con tres ocupantes en el interior. Amanda estaba sola, como siempre bien vestida. Bajó del automóvil y lo mismo hizo Boyle con el químico, del auto que estaba detrás de ellos bajaron dos hombres, el conductor se quedó en su lugar. Los dos tipos que tenían anteojos oscuros, de pelo corto y vestidos con ropa sport, eran parte del séquito de matones a sueldo de Boyle, personas que no tenían escrúpulo alguno, asesinos a sueldo que oficiaban de guardaespaldas y que en aquel momento servían para intimidar a Amanda, ese era el fin por el cual Boyle los había llevado, para hacerle entender a Amanda quien era ahora el que mandaba en el negocio.
-No era necesario el despliegue de tanto circo, estos monos que trajiste son dos payasos.
-Payasos o no, son parte de la gente que está bajo mi responsabilidad, y la de ellos es cuidarme y cuidar al químico, no hablan  a menos que se lo pida, no responden a menos que les indique que lo hagan, y por supuesto…matan cuando es necesario hacerlo, y eso, también lo decido yo. Así que señora no se preocupe por ellos, haga su trabajo y todo estará bien para ambos, no quiero llegar al límite de tener que utilizar a los payasos, no sería algo bueno para nadie.
-No me intimida Boyle, si yo vine sola es porque confió en su palabra, si quiere que esto sea un despliegue de basura, hagamos que a partir de hoy todo se convierta en un circo, yo también tengo a mi gente de confianza que mueve y articula sus músculos no por conciencia propia, porque no la tiene, sino porque la mía es la que da la orden de hacerlo.
-Muy bien, le creo, y fue una falta de respeto de mi parte, pero uno de ellos con el conductor, estará fuera siempre de este lugar para cuidar el depósito y al químico, por lo tanto deberá acostumbrarse a ello.
-Cuando al negocio lo llevábamos adelante con Slovsky, no era necesario que nadie cuide al químico, nadie estaba aquí salvo las personas que eran necesarias, esto no hará más que levantar sospechas, y creo que eso no le haría bien a nadie, ¿no le parece que un auto negro con dos tipos adentro levantarían sospechas en este pequeño barrio donde la gente se conoce desde hace un largo tiempo?.
-¿Y entonces qué hago, dejo solo al único hombre que nos hará ganar dinero?.
-Lo que digo es que si quiere que el químico esté custodiado por gente de su confianza, la gente se quede dentro del depósito y que afuera no haya ningún auto que pueda parecer sospechoso.
-Muy bien, lo haremos a su manera, tiene razón, por primera vez una decisión acertada fue tomada por usted, ha sumado un punto.
-Quiero que algo quede claro. Que usted sea el que tiene el químico que sintetice el barbitúrico, no lo hace dueño del negocio, un paso en falso que usted dé en cualquier momento, podría desencadenar un efecto colateral indeseable. No sé si fui clara. No soy su empleada, y no crea que soy estúpida, no me subestime, no quiero que en el momento menos indicado una bala le reviente el cráneo, no lleguemos  a ese extremo.
-Usted ha sido muy mal educada por parte de Slovsky, pero eso se arreglará con el tiempo, veo que tiene unos buenos ovarios bien puestos, así que entonces, entremos, que el químico se instale, que empiece con la producción, y la distribución comenzará hoy mismo a los centros neurálgicos, necesito que se ponga en contacto con la gente de Praga, todo marchará según lo previsto.
Después de las palabras de Amanda Boyle tuvo que bajar el tono de su soberbia, aquella mujer tenía el valor suficiente para enfrentarlo y quedó demostrado luego de la charla que mantuvieron.
Entraron al depósito junto con el nuevo químico y los dos gorilas que oficiarían –al menos hoy- de custodios. ¿Era una casualidad que los dos químicos que a partir de ahora serían los más importantes dentro de la empresa fuesen Ucranianos, o solo era una treta que el destino había puesto frente a Amanda en esta situación?. Boyle le presentó a Amanda al nuevo encargado de llevar adelante el laboratorio, sus primeras palabras fueron pronunciar su nombre. Yuri Tirianov.
-¿Acaso es usted Ucraniano por casualidad o esto es una broma del destino?. (Preguntó al hombre Amanda sarcásticamente).
-No señora usted no se ha equivocado, mi país de origen es Ucrania, pero he venido aquí hace más de veinte años.
-Muy bien lo felicito, la persona que ideó todo este sistema sofisticado de sintetización también era de Ucrania.
-Lo conocí muy bien señora, no se preocupe en ahondar en detalles, sé quién fue y lo que significó para nuestro país, en aquel entonces bajo la mirada puesta de la gran Unión Soviética.
Amanda no podía creerlo, tal vez este hombre había sido uno de los químicos que logró sobrevivir y que estuvo bajo el mando de Slovsky dentro de la central nuclear. No quiso preguntar más y dejó que aquel hombre se familiarizara con el laboratorio.
En la oficina que poseía Amanda, Boyle empezó a hablar sobre cómo debían manejarse desde ahora.
-Esta es su oficina y siempre lo será, si Víctor pudo hacer que esto funcionase como lo hizo fue gracias a usted, gracias a su inteligencia y perseverancia, por lo tanto usted será la cabeza de esto como siempre lo ha sido.
-No tiene que elogiarme Boyle, sé muy bien lo que fui y lo que seré para el negocio, igualmente agradezco sus palabras, más allá de que tengamos algunas diferencias, a partir de este momento tenemos que trabajar juntos, unir nuestras habilidades y expandir nuestro negocio. Hoy mismo a la tarde me pondré en contacto con la persona en Praga y a la noche usted estará al tanto de cómo irá el rumbo en aquellos lugares, descuide, tendremos éxito.
-No lo dudo, así será y en el caso que tengamos que ir a aquellos remotos lugares, usted será la encargada de hacerlo, y si me permite tengo una persona, -una mujer joven-, que es de mi absoluta confianza para que sea su asistente personal, la acompañará donde usted quiera y cuando sea necesario, estará subordinada a sus directrices en todo momento, claro, si no se ofende.
-No por supuesto, necesito alguien de confianza, pero no puedo enseñarle a una persona al mismo tiempo que estamos trabajando, tiene que conocer el negocio.
-Eso no será necesario, fue mi asistente personal y conoce el negocio prácticamente desde que comencé en él. Es muy eficiente con su trabajo, ya lo verá usted misma con sus propios ojos.

Estuvieron conversando con Amanda una hora sobre los temas relacionados a la distribución de la mercancía que se había producido y que estaba almacenada sin distribuir, esa misma tarde todo saldría de allí, Boyle como siempre se encargaría del transporte y la distribución; luego de dejar todos los puntos en claro sobre la situación en la que se encontraba el negocio actualmente bajaron para discutir algunos detalles con el químico que ya estaba sintetizando una nueva partida de comprimidos. El poco tiempo que había pasado entre que llegaron y se fueron le vastó para reconocer cada uno de los equipos que Slovsky le había proporcionado a su químico de confianza, aquello lo conocía muy bien, Slovsky como bien lo había intuido Amanda había sido su compañero en la central nuclear de Chernobyl, él era un sobreviviente más de aquella tragedia que debió refugiarse en el extranjero. La maquinaria siniestra de fabricación de barbitúricos con un oscuro pasado nuevamente sobre sus espaldas estaba otra vez en marcha.

Diccionario de Arcaismos




Prólogo al diccionario

           


            El presente diccionario pretende ser una herramienta de consulta dirigida especialmente a los alumnos de la educación secundaria del ciclo básico y superior. El objetivo del mismo es presentar y definir los términos utilizados por los autores de dos grandes movimientos literarios: el Barroco y el Romanticismo dentro de la literatura española y argentina, en los textos clásicos que propone el diseño curricular de la Provincia de Buenos Aires para la materia Prácticas del lenguaje y Literatura.
            Los estudiantes como individuos sociales, en su formación socio-cultural se apropian del capital lingüístico y literario que la educación secundaria les proporciona a lo largo de esta etapa, es necesario entonces que puedan tener a su alcance esta obra para el trabajo cotidiano dentro del área, ya que muchos de los términos que en estas obras fueron utilizados, no se corresponde con el vocabulario que nuestros adolescentes manejan dentro del contexto comunicativo actual.
            Según F. de Saussure, una de las características del signo lingüístico es su mutabilidad e inmutabilidad, y en las obras literarias propuestas dentro del corpus, esto se ve claramente. Por lo tanto es necesario que los alumnos, puedan encontrar el equivalente moderno de cada uno de los términos utilizados para poder significar los textos leídos, ya que muchas veces es casi imposible recuperarlos por cotexto lingüístico.
            La semántica a través del tiempo ha podido dar respuesta a determinadas cuestiones que son tangibles dentro del sistema de la lengua. La sinonimia y la homonimia son dos de los principales temas que hoy en día aprenden los alumnos dentro de las aulas de la escuela moderna, y si se establece una red de relaciones entre significados es porque los diccionarios se encuentran al alcance de toda persona que desee ampliar su repertorio léxico. En otras épocas el  diccionario era un libro de consulta permanente, no para aprender nuevos términos, sino para construir un texto con palabras que no se repitan, o que tal vez sean diferentes. No se debe olvidar que todo texto es producido para un lector que tal vez no sea el modelo o empírico, sino que deba poseer una herramienta de consulta permanente.
            Prestando atención a la definición de Lyons en cuanto a signo lingüístico:

¨un signo es un estímulo asociado a otro estímulo, del cual evoca una imagen mental¨

            Una imagen mental. Es decir que aquel objeto evocado por un nombre debe prefigurar en la mente del lector la huella de esa cosa evocada, en otras palabras, la palabra debe ser algo así como el nombre que permite reconocer mentalmente el objeto, en forma directa y sin espacio para el ruido o la polisemia de ideas. Por lo tanto, este diccionario pretende que el lector investigue y reduzca el vacío provocado por la información que una palabra en desuso puede provocar. En palabras de Saussure:

¨ esta asociación es de naturaleza psíquica, no son las cosas, sino las imágenes de las cosas y la idea de que ellas nos formamos, lo que se asocia en nuestra mente. El signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica¨

            Pero no siempre la semántica y la lingüística han podido dar soluciones tangibles. Hace aproximadamente quinientos años, Wilfred Voynich descubrió lo que hasta hoy en día sigue siendo un completo y absoluto misterio, no solo para estas disciplinas, sino también para otras tantas como la semiología y la sociología. Según Diego Guebel en su novela ¨El Caso Voynich¨, éste fue un prominente librero alemán que posteriormente se traslado a América, en una de sus tantas e incansables búsquedas para atiborrar las arcas de su negocio, encontró un libro extraño, un códice, escrito en cuarto mayor que llamó susceptiblemente su atención. Este extraño manuscrito le quitó el sueño durante mucho tiempo hasta que exhausto por no poder descifrar su lengua, decidió compartir el libro con un lingüista amigo, allí comenzó la carrera de las incertidumbres. Su amigo pudo establecer que el texto de unas 300 páginas estaba escrito en una lengua que no se asemejaba con ninguna de las conocidas por el hombre. Al parecer estaba cifrado bajo un vocabulario que intentaba transmitir a alguien los conocimientos sobre botánica, astronomía, herborística, astrología y medicina. Pero ¿cuál era el objeto de escribir un códice con al parecer 3000 términos irreconocibles?, ¿por qué alguien se habría tomado el esfuerzo de redactar un tratado sin que pudiera significar algo concreto?. Algunos pensaron que podría tratarse de una gran broma, otros que el texto no significaba nada. Posteriormente se supo que el códice está escrito en una lengua que guarda algunas características con la escritura convencional: está escrito de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo y cumple con una de las reglas principales de la escritura humana, la Ley de Zipf:

            Esta ley La llamada Ley de Zipf, formulada en la década de 1940 por George Kingsley Zipf, lingüista de la Universidad de Harvard, es una ley empírica según la cual, por ejemplo, en una lengua, la frecuencia de aparición de distintas palabras sigue una distribución lógica .
            Esto significa que el segundo elemento se repetirá aproximadamente con una frecuencia de 1/2 de la del primero, y el tercer elemento con una frecuencia de 1/3 y así sucesivamente. Una ley no empírica, pero más precisa, derivada de los trabajos de Claude Shannon fue descubierta por Benoît Mandelbrot.
          
             El autor, no solo conocía la lengua, sino también que estaba familiarizado con ella, la constancia caligráfica de cada uno de los signos a lo largo del texto así lo confirma. Un congreso de botánicos congregado para el estudio de las plantas que aparecen dibujadas en el texto, determinó que ninguna de las especies que allí se exponen, guarda similitud con las que existen sobre la faz de la tierra.
            Hoy en día este manuscrito sigue siendo un completo misterio. Es harto sabido que la civilización sumeria fue la que inventó la escritura, la que hoy se conoce como cuneiforme, y también es materia de estudio si esta antigua civilización pudo llegar a tener algún tipo de contacto con otra superior, por ejemplo extraterrestre. No se entiende como ellos, sin ningún tipo de tecnología, pudieron a ciencia cierta plasmar sobre piedra los esquemas del sistema solar, todavía eso también es un gran misterio. Es por todo ello que un texto debe significar, debe producir en alguien la huella necesaria para que pueda ser comprendido, el proceso psicológico que permite este mecanismo, es decir la cognición, característica principal del ser humano está al alcance, solo es necesario apropiarse de ella. En palabras de F de Saussure:

¨ Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está necesariamente delimitado. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición de la lengua¨

            Invitamos entonces al estudiante a que se apropie de los términos que han quedado en desuso, para que pueda comprender por sí mismo que existe otro mundo mas allá del de las palabras conocidas, existe otro repertorio que esta ahí, al alcance de la mano, porque la lengua es un bien social que acrecenta culturalmente al individuo, y para que una vez más se comprenda a ciencia cierta que la lengua es forma y no sustancia.


                                                                                                


                                                                                                                 Martín Ramos









Despedida

Cuando pensó que llegaría a destino, faltando pocos metros para cruzar el obscuro camino que la llevaría de nuevo a su casa, una mujer se in...