Me enterré en el mundo indiferente de
las verdades que de soslayo observan la obsecuencia de necias mentes que
refieren pasados negados. En esos negados pasados las mentiras eran la fructífera
marea que arrasa con tormentas de hielo y surca mares oscuros como las
tinieblas del averno.
Clama que serás
escuchado, ofrece tus plegarias para que cuando tu alma caiga, sea levantada a
una sola voz, por quien todos los que clamamos sabemos que se nos ofrecerá la
mano de la salvación. Es por ello que cuando los acordes de las trompetas se
apresten a recitar sus dulces melodías, allí, y solo allí, mi último suspiro será
entregado por derecho propio, y ajeno, a quien redime y exalta.
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