Crimen




Cómo mitigar el horror -preguntó-. Sin embargo estaba feliz, pero en esa reverberación en la que se escondía una falacea verborrágicamente inconexa, dio el pequeño salto que apaciguó el mar de sensaciones imberbes. ¿Quién es el dueño de la verdad aquí?. Por supuesto el que juzga a los demás, aquel que lo acompañó a encerrarse en el mundo de los sueños hechos realidad. 
¡Por fin supo que todo estaba en sus manos!. En última instancia era él quien debía deshilachar los pormenores del crimen que había cometido. Su madre yacía en la habitación contigua. Parecía una muñeca de porcelana hundida en un pesado y decrépito cielo rojo. 
Movió los ojos buscando el espejo dorado. En fin; los cerró antes de poder hallarlo.




















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