Perfecta Palabra (Martín Ramos)


Y si me diesen la posibilidad de engendrarme a mí mismo,
el abismo que entre ellos y mi pálida y subyugada  noche separa.
Entonces digo.
Que me sería dada por suprema justicia, la palabra exacta pero huérfana
para mitigar la amarga sensación de estar muerto.
Pero cómo.
El lenguaje no encuentra el verbo,
y posa su mirada en un glaciar de margaritas negras.

Cantora Nocturna - Alejandra Pizarnik










CANTORA NOCTURNA

Joe, macht die Musik von damals nacht...

La que murió de su vestido azul está cantando.
Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad.
Adentro de su canción hay un vestido azul, hay
un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado
con los ecos de los latidos de su corazón
muerto.
Expuesta a todas las perdiciones, ella
canta junto a una niña extraviada que es ella:
su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la
niebla verde en los labios y del frío gris en los
ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre
la sed y la mano que busca el vaso.
Ella canta.

Devoción



Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentadas a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas, indeciblemente hermosa, y la muerte y la niña la miraban más que al crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.
-Toma un poco de vino- dijo la muerte.
La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que el té.
-No veo que haya vino- dijo.
-Es que no hay- contestó la muerte.
-¿Y por qué me dijo usted que había?- dijo.
-Nunca dije que hubiera sino que tomes- dijo la muerte.
-Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo- respondió la niña muy enojada.
-Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada- se disculpó la muerte.
La muñeca abrió los ojos.

Alejandra Pizarnik

Despedida

Cuando pensó que llegaría a destino, faltando pocos metros para cruzar el obscuro camino que la llevaría de nuevo a su casa, una mujer se in...